Al fin Thibaut empieza a ser Courtois. Llegó tarde, Lopetegui le dio entrada tarde y, para colmo, no tuvo actuaciones muy destacadas. Sin ser especialmente culpable de derrotas, pero tampoco dando puntos con sus intervenciones. Ahora la situación ha cambiado.
En las últimas semanas comienza a verse todo lo que es capaz. En Huesca dio continuidad a esas buenas sensaciones. A los 16 minutos tiró de puños y reflejos para evitar que Ínsua hiciera el 1-1. En el 56 y ya en el tiempo de prolongación, otras dos buenas manos.
Una buena labor para dejar la meta a cero por segunda semana consecutiva, y la primera vez a domicilio. Pero, más allá de esa buena estadística, ahí queda su paso delante, su seguridad.
Como quedó claro en el choque ante el Valencia de la jornada anterior, con dos intervenciones providenciales que no computaron para la estadística por ser en jugadas en fuera de juego.
Pero tanto la manera de tirarse a los pies de Santi Mina como el vuelo para despejar el tiro de Batshuayi a quemarropa hicieron que el Bernabéu se diera cuenta de que al fin es ese Courtois que todo el mundo estaba esperabando.