Croacia se rehizo tras el varapalo de la anterior derrota en Hungría volviendo, al menos temporalmente, a la cima de la clasificación en el grupo 5. La apretura del marcador al final dio más emoción que sufrimiento real. El choque siempre estuvo en manos de los dálmatas.
Pero lo que parecía que podía acabar en goleada no fue tal. Lo que sí se confirmó a cada jugada accidentada fue la partida de 'pinball', que comenzó con un autogol de Lawrence pasado el cuarto de hora.
Modric abrió el juego en el contragolpe croata para Perisic, quien apuró al máximo para conectar un centrochut que buscaba la culminación de Kramaric. Sin embargo, cuando estaba a punto de embocar, el zaguero galés metió la pierna, pero sin dirección, y se introdujo el balón en propia puerta.
El tanto asentó a Croacia, que llevaba la manija, y hundió más aún al equipo de Giggs, que echaba en falta lo mejor de Bale pese a que con un saque de banda sorprendió y dejó solo a Vaulks ante Livakovic cuando aún iban 0-0.
Tanto dominio cristalizó nada más reanudarse el choque en la segunda parte. Perisic, tras cuatro intentos frustrados de despeje de la defensa británica, empaló con facilidad ante Hennessey para poner lo que parecía una distancia insalvable.
Sin embargo, con todo ya perdido, el juego de Gales mejoró. Y, cómo no, para seguir con la tónica, el tanto de Brooks, que ha entrado poco antes, redujo distancias con la colaboración involuntaria de un rival.
Porque lo había hecho todo bien en la frontal, con recorte, giro y fuerte derechazo. Pero el intento de Vida por despejar terminó por distraer a su portero y dejarle sin opciones de detener el 2-1.
Con 13 minutos más el alargue por delante, el choque fue un correcalles, algo que favoreció a los de Giggs. Aunque las ocasiones más claras fueron para Croacia, que percutía con daño gracias a un irrefrenable Perisic.
Pero el marcador no se movió y la victoria se quedó en casa.