El Atlético de Madrid vivió una auténtica pesadilla en San Mamés. La emoción y el atrevimiento por lograr una remontada épica se vio fuertemente disminuida por el empuje, ganas y superioridad de un Athletic que selló su billete para la final de la Copa del Rey del próximo 6 de abril en La Cartuja de Sevilla. Sin excusas y reconociendo que su rival fue mejor tras no dar el nivel de un semifinalista, el conjunto del Cholo Simeone ni estuvo ni se le esperó en una Catedral que vibró con su equipo de principio a fin.
La emoción e ilusión del exterior se trasladó al terreno de juego y el pitido inicial desató una oleada de buen fútbol en San Mamés. Los dos conjuntos comenzaron a dejar claro que esto no iba a ser un partido cualquiera, sino una batalla a vida muerte.
Así, fue el Atleti el primero de los dos en acercarse al arco rival en el minuto 6, pero el remate de Lino fue manso a las manos de Agirrezabala. El plan del Athletic estaba muy claro y no fue otro que el de buscar a Nico y a Iñaki Williams por las bandas. Aunque el conjunto rojiblanco estuvo muy atento a esas jugadas en defensa, la realidad es que estaba sufriendo por ahí, sobre todo, hermoso con las internadas del '9'.
Garra, pundonor y familia
Tras un nuevo aviso del conjunto 'colchonero', la locura se desató en San Mamés. En un contragolpe de libro, Nico se midió ante Nahuel Molina, que no le cedió ni un palmo de terreno, pero que acabó sucumbiendo ante su velocidad y explosividad. El '11' apuró línea de fondo y puso un centro al segundo palo para la llegada de su hermano que, sin dejarla caer, enganchó la pelota de volea y colocó el 1-0 en el marcador, haciendo inútil la estirada de Oblak. Pidió falta el banquillo visitante ante Lino, pero la jugada fue revisada y no se anuló la acción.
Trató de reponerse del golpe asestado por su rival el Atlético de Madrid, pero la realidad es que le faltó ideas y, sobre todo, creación de juego. La ausencia de Griezmann sobre el verde estaba pasando factura y, aunque los rojiblancos no realizaron malos minutos, las oportunidades no terminaron de llegar.
Todo el peligro ofensivo del Atleti lo llevó Lino. Un día más, el más activo y con mayor desparpajo por la banda izquierda. De él fue el pase hacia Llorente, pero el disparo del '14' se perdió por encima del larguero.
Pese al bajón de intensidad con respecto a los primeros minutos de juego, ninguno de los dos equipos se olvidó de la portería contraria. De hecho, en el 27', Nico Williams pudo asestar el segundo golpe. Sin embargo, su chut ajustado se perdió por la izquierda de la portería del Atlético. Tres minutos más tarde, en el 30', los del Cholo Simeone rozaron el empate. La bajó Morata y puso el balón al segundo palo. Llegó desde atrás solo Correa, pero no le pegó de forma adecuada y la pelota se fue a las nubes.
La primera mitad entró en su recta final y el conjunto visitante trató de marcharse al vestuario con el 1-1 en el marcador. Sin embargo, pasó todo lo contrario, pues el Athletic puso el 2-0 en el marcador. Otra vez entre los hermanos Williams. Otra vez se quedó todo en familia. Iñaki, una vez más, le hizo un roto a Mario Hermoso y llegó a la línea de fondo para poner el centro fuerte y raso al área chica donde apareció Nico, que entró con todo y mandó la pelota al fondo de la red para colocar el segundo en el marcador.
Desesperación, frustración y una sensación de inferioridad patente en las caras y piernas de un Atlético al que se le puso la eliminatoria muy cuesta arriba y quien tenía tan solo 45 minutos por delante para lograr lo que parecía un imposible. El Athletic, con pie y medio en la final, pero con la templanza y cabeza fría de que aún quedaba trabajo por hacer.
La segunda mitad se demoró por motivos justificados y es que, de nuevo, un aficionado sufrió una parada cardiorrespiratoria y tuvo que ser atendido por los servicios médicos hasta que pudo ser evacuado. Ya con la pelota en juego, el Atleti volvió a demostrar que no estaba siendo su día y salió algo aturdido.
Tanto, que el Athletic lo pudo aprovechar para sentenciar el partido. Nico Williams cogió la moto y se marchó en velocidad de Nahuel Molina hasta apurar línea de fondo y poner un centro atrás. Entró desde atrás Sancet, pero este se dejó la pelota atrás y su remate se perdió por encima de la portería.
El chip del cambio no había entrado en la cabeza del Atlético, cuya actitud no fue la de un equipo que necesitase tres goles para, al menos, igualar la eliminatoria. Le faltó esa chispa al conjunto del Cholo y comenzó a vislumbrarse cada vez más que la proeza era imposible.
Más incluso, cuando en el minuto 61, Guruzeta puso el 3-0 y picó el billete de su equipo hacia la final. El delantero recogió un balón muerto en el área chica tras el disparo de Sancet y, ante la pasividad de la zaga del Atleti, mandó el esférico al fondo de la red.
La sensación del Atleti en el campo fue de total dejadez. Y es que el golpe que se llevó esta noche el conjunto rojiblanco afectó y mucho a la moral de sus jugadores. Aun así, pisaron más el área de Agirrezabala, que se propuso redondear la noche de la mejor manera: con varios paradones.
Voló para evitar el disparo de Memphis e hizo lo propio para despejar el de Riquelme. Además, Saúl falló un remate de cabeza completamente solo y término de confirmar que no, no era el día.
Martínez Munuera decretó el final del tiempo reglamentario y San Mamés volvió a ser una auténtica fiesta. Sentimiento de pertenencia y alegría que se irá convirtiendo poco a poco en motivación para afrontar con ganas e ilusión una nueva final copera y cambiar el rumbo de la historia tras casi 40 años sin levantar dicho título.