Un Osasuna viene a verme

El monstruo invadió la 'Tacita de Plata' y no uno cualquiera. El que está de dulce y cada vez más cerca de Europa. El que vive a un paso de la gloria en la Copa del Rey. El que sufrió lo que no está escrito cuando todo estaba a favor para llevarse los tres puntos.
Osasuna partió la cara del Cádiz por la mínima (0-1) en el duelo correspondiente a la jornada 31 en Primera División. Valió el gol digno de película de Rubén García en la segunda mitad, ese acto que vio cómo Abde Ezzalzouli se autoexpulsó al minuto de entrar en el terreno de juego. Los locales lo intentaron por tierra, mar y aire, pero la sentencia era final y no tenía solución.
La frenética fue el argumento principal de esta historia con dos equipos sin complejos, aunque con respetos hacia el rival. Conforme el paso de los minutos, el descaro se apoderó del tiempo y el premio no llegó pese a los intentos. Chris Ramos se quedó a un palmo de marcar de tijera, Roger Martí le perdonó la vida a Aitor Fernández, Unai García no encontró el camino hacia la red y Ante Budimir localizó mal la escuadra.
Y cuando mejor estaba el asunto, la antagonista entró en escena: la lesión. El cuerpo de Víctor Chust encontró una fuga de normalidad y el central tuvo que retirarse del verde antes de tiempo. El rostro de Sergio González cambió, lo que le dio rienda suelta a Jagoba Arrasate para mover fichas hacia el frente en el tablero de ajedrez. Un amago en falso... y el oponente te mataba.
El paso por los vestuarios renovó las fuerzas de Rubén García, quien firmó el resultado final de su bota y letra. El '14' cazó el cuero más allá de la frontal, controló hacia dentro, levantó la mirada, calculó la trayectoria hacia la meta de Conan Ledesma, apuntó, disparó... ¡y fuego! 0-1, felicidad en el banquillo visitante y giro de tuerca a la mecánica gaditana.
De hecho, Sergio González no esperó para volver a barajar sus cartas y plantear la ruta hacia el empate. De una tirada, Iván Alejo, Álex Fernández y Álvaro Negredo. Tres piezas que decantaron la balanza hacia el lado amarillo con mayor presencia en área rojilla, pero que no significó absolutamente nada en los números que cuelgan del luminoso.
Quien sí tuvo que ver y mucho en el que el dígito de la derecha no fuese un '2' o un '3' fue Conan Ledesma. El guardián argentino sacó una manopla que no te crees hasta que la ves repetida. De esas que solo unos pocos privilegiados improvisan. Pablo Ibáñez tocó con sutileza el cuero a la salida de un saque de esquina y el '1' se dejó el alma, literalmente, para evitar la doble distancia. La base de la portería fue testigo.
Y como ya hizo hasta lo imposible en su meta, lo intentó en la del rival. Ya a la desesperada y con el visto bueno de su 'míster', el hombre de la coleta subió en un córner y consiguió rematar el esférico, pero se llevó por delante a Aridane, Del Cerro Grande invalidó la acción y las vallas publicitarias contactaron con la redonda. El destino ya estaba escrito.
Lo que no le gustó nada a Jagoba Arrasate pese a la victoria fue la autoexpulsión de prebenjamines de Abde Ezzalzouli. El marroquí ingresó al Nuevo Mirandilla y, apenas un minuto después, -exacto, no es el Día de los Inocentes- el colegiado le mostró la tarjeta roja por caer en la trampa de Iza Carcelén y propiciarle una patada fuera de jugada y lugar.
En definitiva, el fútbol te enseña que, a veces, tienes que aceptar la verdad y el dolor de que el destino no te quiere ver celebrar. Un monstruo llamado Osasuna vino a la jornada entre semana a ver al Cádiz, esa plantilla que se tuvo que conformar con la miel en los labios. Real Madrid, prepárate, porque el 6 de mayo no estarás solo en La Cartuja.