Acoso y derribo

Ser el mejor del partido y aun así encajar dos goles está al alcance de pocos. David Gil se puede sumar ese mérito. Aguantó el asedio del Real Madrid 72 minutos, hasta que un actor inesperado como Nacho apareció para derribar el muro doble.
El Real Madrid se plantó en Cádiz con la mente en Londres y las piernas en el Nuevo Mirandilla. Sabe el conjunto blanco que el partido más importante de los próximos días se juega en Stamford Bridge, y Ancelotti rotó, especialmente el centro del campo.
Metió piernas frescas el técnico italiano, con una medular nunca vista, formada por Tchouaméni, Valverde y Ceballos. Pero si alguien destacó en el patio de su recreo, ese fue Rodrygo Goes.
El brasileño aprovechó la ausencia de Vinicius, en Madrid para recuperarse de pequeñas molestias, para plantar su bandera en la banda izquierda. Igual o más determinante que el ex de Flamengo fue el de Santos, capaz de volver loca a toda la defensa con un solo movimiento.
Pero lo que no esperaba Rodrygo era encontrarse tanta resistencia delante. No tanto de los zagueros, que apenas vieron su sombra, sino de un David Gil que está aprovechando la ausencia por sanción de Ledesma para llamar a las puertas de la titularidad permanente.
Hasta en siete ocasiones sacó balones de gol el cancerbero del Cádiz en los primeros 45 minutos. Balones de todos los colores, por abajo a Benzema, por arriba a Ceballos, mano a mano con Rodrygo... una actuación que de estar en un equipo con más nivel se convertiría en lo mejor de la jornada. Pero los focos estaban puestos en otros.
El guion del partido siguió como si no hubiese habido un descanso. Se encomendaba el Cádiz a San David Gil y a San Fali para aguantar el asedio de un Real Madrid que llegaba una, tras otra, tras otra... como si fuesen ovejas en la mente para dormir.
Una y otra vez, el Cádiz aguantó hasta que el actor menos esperado apareció. Nacho, que poco antes había cambiado de banda, tiró desde 30 metros, sorprendió a todos y acabó con la resistencia amarilla.
En un visto y no visto, apareció esta vez Asensio para acabar con todo atisbo de reacción. Nada pudo hacer un David Gil que siguió agrandando su leyenda con una, y otra, y otra parada.