Abu Dhabi ya tiene su ansiada Champions League. El Manchester City venció por la mínima en una final que ni siquiera llegó al mínimo. El Inter de Milán se le hizo bola a los de Pep Guardiola y entre ambos equipos dieron a luz un partido lento, alejado de las áreas, sin ritmo y con muy poca verticalidad. En resumen, un tostón, pero, eso sí, que vale un campeonato. El campeonato, mejor dicho.
La superioridad en la previa del City se traducía para muchos en una final fácil, una goleada y un huracán ofensivo de los ingleses. Otros, más comedidos, se acordaron del Inter, su alma italiana y su interés porque no pasaran demasiadas cosas. Y en el primer tiempo, ganaron los de Simone Inzaghi, aunque con más valentía de la esperada.
De hecho, fue algo más que un simple equipo rocoso metido en su campo. Los 'nerazzurri' desactivaron al City con una presión alta y una incomodidad que impidió a los de Pep Guardiola seguir el guion conocido por todos. Pero también avisó con alguna llegada peligrosa ayudada por el Rodri más errático de los últimos años y un par de errores inexplicables de Ederson. Y quien le iba a decir al español, un tipo normal alejado de la purpurina que acompañan a los Haaland, De Bruyne y compañía que acabaría siendo el héroe en la que parecía su peor noche.
A los 6 minutos, Bernardo Silva llegó a rozar la cruceta de la escuadra derecha de Onana con su zurdazo en el área. Fue claramente un oasis en el desierto de emociones de Estambul. La poca chicha la puso en su contra el City, con un Ederson con varias acciones random que provocó algún susto en su área y un Rodri nervioso e impreciso que permitió un disparo desviadod e Brozovic y alguna que otra llegada casi regalada para los italianos.
Entre ambos le pusieron en bandeja el 0-1 a un Barella que estuvo lejos de estar acertado en la noche de hoy. Rodri la perdió en la divisoria de los dos campos y el Inter montó un ataque que acabó con el balón en Ederson tras un mal pase de Barella. Pero el portero, al querer jugar con Dias, le dio mal la pelota y Barella, sin portero, tiró horrible.
Una pizca de Haaland y nada más
Haaland era el buscado por todos antes de la final y resultaría llamativo que se acordasen tanto de él después de la misma. Estuvo desaparecido en un partido en el que los delanteros (y casi los porteros) sobraban, pero la tuvo en el minuto 28 para abrir el marcador. De Bruyne le encontró al espacio en el área y el noruego quiso cruzar su remate con la zurda, pero Onana sacó la mano izquierda y rechazó el intento del noruego.
Al belga se le acabó el encuentro poco después. Se lesionó por 2ª vez en una final de Champions y fue reemplazado por un Foden que aportó electricidad, chispa y algo de magia al encuentro en la recta final del segundo tiempo.
Y nada más. Hasta el descanso, solo se puede destacar un cañonazo de Akanji desde la frontal, ya en el añadido del primer periodo, entre las cosas relacionadas con el ataque. Una final es una final y la presión y el mierdo al error suele pisotear la magia, aunque era difícil englobar esta final y, por ejemplo, la que se disputó en el mismo territorio entre Liverpool y Milan en 2005 dentro del mismo deporte.
No empezó mucho mejor la segunda mitad. El ritmo era el mismo, aunque el City sí que intentó ser más vertical. Se vio pronto, con Ederson buscando a Haaland en largo en dos ocasiones en solo 3 minutos. Pero el árbol tardaría en dejarse agitar y en caer la manzana con sabor, acento y aroma españoles.
Del 'Rodrino' al 'Rodrigol'
Ya decíamos que Rodri fue un "no" continuo en el primer tiempo. ¿Fue preciso en los pases como acostumbra? No. ¿Aportó la tranquilidad, serenidad y calma necesarias para edificar el juego de los suyos? No. Pero de ese 'Rodrino' se pasaría al 'Rodrigol' que ya forma parte de la historia del Manchester City.
Antes del 1-0, Ederson volvió a ponerle picante a su propia área, aunque fue el mismo que apagó el fuego. Bernardo Silva jugó atrás para Akanji, pero este la dejó pasar para el portero, que se quedó bajo los palos. Lautaro llegó antes y, en el mano a mano algo escorado, el meta se resarció al taparle el remate.
La rozó el Inter, pero el que la cazó fue Rodri. En el 68', Bernardo Silva recibió un pase filtrado de Akanji y pidió mano en su centro al área, pero no hubo tiempo de ver si había penalti o no. Rodri llegó desde segunda línea y, desde la frontal, puso la pelota en el palo izquierdo con el interior de su bota derecha y abrió la final.
El gol era lo que necesitaba el encuentro más allá, claro, de los colores. El Inter se volcó y dejó espacios que también invitaron a salir al City. Con Lukaku ya en el encuentro (entró en el 57' por Dzeko), la pesadez que reinaba en el Atatürk hasta entonces se convirtió por momentos en emoción. Y no tardó en llegar la primera ocasión repleta de eso mismo.
Lukaku agitó, pero no golpeó
En el 71', el Inter la tuvo muy clara para empatar. Akanji se durmió y Dimarco, en la frontal del área chica, remató al larguero al superar a Ederson por arriba. El rechace le cayó de nuevo al '32', que se tiró en plancha y estrelló su remate, que iba a gol, en Lukaku. No se lo podían creer los italianos. 2 minutos más tarde, el belga apareció para probar suerte con un derechazo desde la frontal que blocó Ederson.
Los italianos se estiraron todo lo posible e hicieron pasar miedo al City. Pero antes, el cuadro 'sky blue' pudo sentenciar en el 77'. Recibió de Rodri y se fue de su defensa con un control orientado perfecto. Sin embargo, la definición fue mucho menos buena. Con la zurda, tiró flojo a la izquierda de Onana, que se estiró y evitó el 2-0.
Barella lo intentó, de nuevo con resultado nefasto, con un tiro desviado desde la frontal. Era el minuto 80 y el reloj corría contra un Inter que tendríaen Lukaku una ocasión pintiparada para haber llevado la final a la prórroga. En el 88', remató de cabeza en el área chica, Ederson se la encontró y el rechace dio en Rúben Dias y se fue a córner.
En el añadido, una volea desviada de Barella y un córner que despejó Ederson con Onana ya a la desesperada en el área del City fue lo último antes de que el pitido final de Marciniak liberase la alegría contenida de un proyecto que, al fin, ve cómo llega la ansiada recompensa a tanta inversión, tiempo y sueños dirigidos a esta 'Orejona'.