El Getafe fue peor que el Cádiz en el primer tiempo. Mucho peor. Y tenía 11 jugadores. La torpe, incomprensible y preocupante expulsión de Djené antes del descanso le ponía la cosa más complicada aún a un equipo que, sin embargo y sin esperarlo, se encontró con una versión mucho mejor en la segunda mitad pese a la inferioridad numérica.
Da mucho que pensar que un jugador profesional que ve una amarilla en el 13' se juegue la expulsión solo unos minutos después. Le advirtió incluso el árbitro y pareció calmarse el central reconvertido a mediocentro defensivo, pero acabó cometiendo una estupidez que bien pudo condenar a su equipo en un partido más que importante.
Hasta esa roja, muy poco pasó en el encuentro. Lo más reseñable fue un cabezazo de Robert Navarro al larguero en una acción que sería, paradójicamente, muy parecida a la que le costó la derrota a su equipo. Roger Martí peinó un saque de esquina en el primer palo y Robert, en el área chica, no tuvo tiempo para girar el cuello y remató directamente contra el travesaño.
El resto fueron demostraciones de por qué unos no ganaban desde la jornada 5 y otros, desde la 4. Los locales se perdían en duelos, faltas e interrupciones ante un rival que, si bien intentó llegar con buenas acciones de Chris y Roger y alguna cabalgada de Darwin Machís, tampoco puso en demasiados apuros a David Soria más allá de un remate del primero al que respondió el meta con un pie salvador. Fueron mejores los visitantes, pero no lograron quitarle el calificativo de "ladrillo", "tostón" o similares al primer periodo.
Djené allanó una derrota que nunca llegó
En el 44', llegó la expulsión de Djené. El jugador del Getafe, simpre al límite en la intensidad, le dio un manotazo a Javi Hernández justo antes de que se sacara un córner. Es justo señalar que no pareció voluntario, pero, con una amarilla, quizás sea más comedido medir esas acciones con brazos, manos, codos y demás. Se libró del doble castigo el Getafe, ya que el córner no se había sacado aún y, por ende, no pudo ser penalti. Fueron segundos, pocos, de diferencia, pero los suficientes para que 'solo' fuese roja.
Cuando todo hacía pensar en una derrota local, los de Bordalás hicieron honor a Helenio Herrera y su famoso lema: "Se juega mejor con 10 que con 11". Y así fue. Los azulones se olvidaron de destruir y comenzaron a construir. Paradójicamente, la ambición inexistente en la primera parte cuando todo le empujaba a ella se hizo patente en la segunda, justamente cuando un encierro y un saco de faltas habría estado más que justificado.
No tiró el Getafe a puerta hasta el gol, pero sí que empequeñeció a su rival con llegadas, posesiones y pasos hacia campo contrario. Greenwood, en una de esas, probó suerte con un disparo que bloqueó la defensa. Precisamente sería el inglés uno de los culpables de que, ya en el minuto 76, Borja Mayoral hiciese amigos a los enemigos de Djené.
Los que tanto debieron maldecir la roja al togolés acabaron olvidándola, al menos parcialmente, con el gol de Mayoral. Milla puso un córner al lateral del área chica, donde apareció Greenwood para prolongarla de cabeza al segundo palo. Allí estaba, y muy solo, Mayoral para meter la testa y superar a Conan Ledesma, que llegó a tocar el balón.
El portero incluso salvó el 2-0 en una pérdida inocente de su defensa. Le sacó una gran mano a Maksimovic y, ya en el añadido, blocó un tiro lejando de Juan Iglesias. El Cádiz no tuvo ni el arreón del final contra 10 debe hacerse mirar esa inferioridad de autoestima en la superioridad numérica que le hizo ser devorado por un Getafe que lo volvió todo del revés.