Milán celebra este martes volver a la final de la Champions League. Lo hace la parte 'nerazzurra', la del Inter, que retorna al partido por el título 13 años después de su último título.
Lo hace, además, frente a su más acérrimo rival, a su vecino, a su hermano, un Milan que solo ha sido mejor en 45 minutos de la eliminatoria, pero ha sido incapaz de meter un solo gol.
No hace falta ser científico para ver la evidente diferencia de calidad entre los equipos. También en el banquillo. Si el Milan tenía que sacar a Origi, el Inter tenía a Lukaku para meter miedo.
Puro 'Catenaccio', pura Italia
Si alguien esperaba ver un partido vistoso, se pudo quedar en su casa. El Inter sabía perfectamente qué tenía que hacer para negar toda opción a un Milan que se encomiaba a un Leao resucitado.
No obró el milagro el portugués, que hace apenas unos días no era capaz de entrenar con sus compañeros y ha forzado para estar en el Giuseppe Meazza. Lo intentó, pero la única que tuvo no encontró portería.
Perdonó el Milan en una primera mitad marcada por las faltas. Apenas se levantaba alguien del suelo, había otro jugador. Una por cada dos minutos que impedía al cuadro 'rossonero' tener continudad.
Pese a ello, Brahim tuvo una ocasión clarísima que desperdició, Maignan sacó una de las mejores manos de la temporada y Turpin se convirtió en protagonista con un criterio dispar.
Lukaku despierta a su bestia
El partido entró en una zozobra que era capaz de dormir hasta la persona con más insomnio de todo Milan. El Inter replegó por dentro, no dejó jugar a Tonali y canceló a un Leao al que se le notaba falto de chispa.
Solo la entrada de Lukaku en la segunda mitad animó el partido. El trabajo que ha hecho Inzaghi con el delantero, convirtiéndolo en el revulsivo del equipo, le ha servido para pisar una nueva final europea.
La pareja Lautaro-Lukaku, la que le dio la última Serie A al Inter, se encontró de nuevo. No pasan los años por una pareja que se gusta cual novios primerizos. Y entre los dos, fabricaron un gol que hizo estallar el Giuseppe Meazza y condenó a un Maignan que no tapó bien su palo.
El gol terminó de sentenciar al moribundo Milan, incapaz de reaccionar ante un gigante despierto. El Inter, por primera vez en 13 años, vuelve a la final de la Champions League.