Hacer del fútbol un arte está al alcance de muy pocos. Joaquín Sánchez lo lleva haciendo toda su carrera, pero el equipo vestido de rojo fue el que le dejó en un segundo plano y con razón. El Sadar comprendió este sábado el motivo por el que los suyos jugarán la final de la Copa del Rey el próximo 6 de mayo contra el Real Madrid.
Osasuna le ganó la frenética al Real Betis (3-2) en el choque de los infartos correspondiente a la jornada 30 en Primera División. El martillo implacable de Ante Budimir y la fortuna de Jon Moncayola sirvieron para anular los amagos de remontada de Juan Miranda y Guido Rodríguez.
Ante Budimir y Kike Barja, dos en uno
El conjunto de Jagoba Arrasate es el ejemplo de la humildad: matar por tí, sacrificar por tus compañeros. Kike Barja agitó la varita en dos ocasiones, Ante Budimir hizo el resto. El '11' se inventó un pase filtrado al espacio que aprovechó el croata y de qué manera para superar el desafío de Rui Silva. 1-0 y fiesta en Pamplona.
Para más frustración en los hombres de Manuel Pellegrini, la dupla volvió a fusionarse y no se superaron ni 12 minutos en la contienda. El diestro se recorrió la banda derecha para levantar la cabeza, ubicar la cabeza del zurdo y mandarle un caramelo teledirigido. De lo demás se encargó el ariete: testarazo potente hacia donde más le duele al portero. 2-0 y el barco verdiblanco se hundía lentamente.
El Real Betis se lamió las heridas, Jon Moncayola metió el dedo
Sin embargo, el Real Betis tenía mucho que decir todavía. Tres jugadores achicaron agua literalmente 300 segundos después. Martín Montoya se marchó de Abde Ezzalzouli, Luiz Henrique remató el centro del lateral y Juan Miranda impactó con el balón para mandarlo a la red bajo la decepción de Sergio Herrera. 2-1 y quedaba un mundo, nadie se acordaba de que era la hora de almorzar.
Borja Iglesias se quedó a dos tallas más de bota de empatar el asunto llegando a la media hora. William Carvalho se guisó el robo en campo rival y se comió la delicia con el exterior desde la izquierda, pero el delantero gallego no consiguió enviar el pase a la red. Quien sí lo hizo fue Jon Moncayola. La diosa fortuna le sonrió antes del descanso con el 3-1 tras un remate que tocó en el pie de Juan Miranda.
Joaquín Sánchez, entre sonoros aplausos y tímidos pitos
El paso por los vestuarios le sirvió a Manuel Pellegrini para colocar a Sergio Canales y Rodri Sánchez en el verde, mucho tenía que cambiar el asunto. Ayoze Pérez empezó fuerte el acto final. Su lanzamiento de martillo desde la lejanía no encontró portería y amagó con hacer el gol del fin de semana con una tijera en el área. Acto posterior, pasó lo que todos esperaban con paciencia.
De nombre Joaquín, de apellido Sánchez, de legado Arte. A la vela de su trayectoria le quedan ocho brisas de aire para apagarse y el '17' ingresó al terreno de juego entre sonoros aplausos y tímidos pitos. De hecho, fabricó la acción que pudo acabar en la diana de Willian José, esa que amargó el capitán local David García en una embestida defensiva de matrícula.
Guido Rodríguez provocó la tempestad, Osasuna la calma
No obstante, el 3-2 fue cuestión de tiempo. El Real Betis esculpe verdaderos peligros de los saques de esquina sacados en corto. ¿Sí o no, Guido Rodríguez? El argentino impuso su ley en el hogar de los anfitriones y recortó distancias en el luminoso de El Sadar, ese templo que pasó del sol más radiante a la lluvia más oscura.
Sin embargo, la calma reinó en la propuesta de Jagoba Arrasate. Balance defensivo, acierto en las sustituciones y proteger el que fue su tesoro final hasta las tres melodías de silbato de Alberola Rojas. Osasuna es arte, igual que Joaquín Sánchez. Tres puntos para afianzarse en la mitad que importa de la clasificación, superar la psicológica de los 40, soñar con Europa... y pensar que está a un paso de la historia en la Copa del Rey.