Budimir y Pablo Ibáñez llevan la paz a Pamplona

Osasuna ya se puede dar por salvado, al menos virtualmente. El conjunto de Vicente Moreno marcó menos goles que el Girona, pero más válidos, y con 38 puntos, tiene un pie en la salvación en un partido decidido por un cabezazo de Budimir y un zurzado de Pablo Ibáñez.
Sufrió, como lleva sufriendo la segunda parte de la temporada, un conjunto rojillo que volvió a dar varios pasos hacia atrás y que hizo perder años de vida a una afición que estaba cansada precisamente de eso, de que su equipo no fuese más a por los partidos.
Pero esta vez la apuesta le salió cara ante un Girona desdibujado, con miedo, con temor a caer en las garras del descenso. Pocos esperaban este rendimiento a principio de temporada, pocos esperaban los nervios que ya están en la sangre del conjunto de Míchel.
La primera parte discurrió a favor de Osasuna. Consciente de la importancia que tiene jugar en casa, de cómo aprieta El Sadar cuando más en contra tiene su objetivo. Y desde el principio se vio a un conjunto rojillo que iba a por el primer gol del partido, a por los tres puntos.
Cuando mejor estaba Osasuna, cuando el gol de los locales parecía más cerca, llegó el tanto del Girona al más puro estilo de los de Vicente Moreno. Balón en largo, peinada de Yangel y gol de Danjuma... anulado por un milimétrico fuera de juego. No sería el único.
Fue capaz Osasuna de reponerse de ese susto y, con un Aimar Oroz que demostró no haberse equivocado al quedarse en El Sadar, volvió a probar a Gazzaniga. El '10' y el '19', las dos estrellas rojillas, combinaron para que el máximo goleador mortal -no contamos a Lewandowski y Mbappé- pusiese una muesca más en su casillero. Otro cabezazo para acabar con una mala racha demasiado larga.
Le hizo más daño el Girona a Osasuna cuando desplegó el juego directo que cuando quiso combinar por dentro. Y es que, hasta la salida de Stuani en la segunda mitad, el conjunto de Míchel no probó los disparos.
Los primeros cambios de Vicente Moreno provocaban los nervios en las gradas. Ya había habido alguna vez en el que las sustituciones le habían salido mal, pero en esta ocasión, el viento fue a favor. Pese al 1-0, optó por quitar la defensa de 5 para poner una de 4. A los pocos minutos, Pablo Ibáñez le dio la razón a su técnico con un gol que daba la tranquilidad, o eso parecía, a toda la afición.
Sin embargo, nada puede ser fácil en El Sadar. Tras un terrible choque que provocó la marcha de Yangel Herrera, Yáser Asprilla, quizás el que más lo intentó en la segunda mitad por parte del cuadro catalán, se encontró con un disparo que hizo un extraño para colarse por mitad de la portería y poner de los nervios a una grada que, finalmente, resopló con el pitido de González Fuertes. Todo ello, cuando antes de llegar el 2-1 Stuani volvió a meter miedo con un gol que, de nuvo por milímetros, no entró.