El Real Madrid demostró que la Champions es su competición fetiche. Da igual que hiciese uno de los peores partidos de la temporada, cuando suenan los sones del Zadok the Priest el conjunto de Ancelotti saca su versión ganadora. Esta vez no fueron Benzema y Courtois, héroes en otras grandes noches de Europa. Fueron Brahim y Lunin.
Es la Champions el escenario sobre el que todo jugador desea hacer su gran partido. Y Andriy Lunin firmó su destino como uno de los grandes nombres de esta edición con hasta 9 paradas, varias de ellas de mucho mérito, en un partido en el que todo pudo cambiar al principio.
La polémica aparece en el inicio
El Real Madrid se encontró con un gran Brahim, con un gran Lunin y con un colegiado al que le puede dar gracias. Irfan Peljto anuló un gol que todavía reclama el conjunto alemán por una supuesta falta de Hendricks en el tanto de Sesko. En un deporte que se presupone de contacto, es poco comprensible que se anulase el tanto por, supuestamente, un ligero toque del jugador del RB Leipzig a Lunin.
Esa jugada fue una pequeña muestra de lo que fue el Real Madrid en el Red Bull Arena. Se vio a un conjunto blanco desdibujado, con una defensa que hacía aguas, con un Mendy sin encontrar su sitio en el campo y con únicamente Kroos como boya en el naufragio del conjunto español.
Pero le faltó al RB Leipzig mordiente para hacer daño al Real Madrid. Ni Sesko, participativo pero poco acertado, ni Openda, al que le falta un punto de velocidad; ni Dani Olmo, falto de ritmo, fueron capaces de batir a un Lunin que firmó su mejor partido bajo la portería blanca.
Sí que era capaz de hacer daño el cuadro alemán por medio de Xavi Simons. En el Barcelona deben estar tirándose de los pelos viendo el rendimiento que da el neerlandés por cómo se les escapó de las manos. Cada vez que el balón estaba en sus pies era un peligro constante para la portería rival. Eso sí, a falta de un socio, nada pudo hacer el centrocampista para batir a Lunin.
El Madrid en Champions siempre huele la sangre
Pocos equipos en Europa hay como el Real Madrid. En la Champions, al conjunto de Chamartín hay que matarlo varias veces para no verlo vivo y cuando su víctima empieza a flaquear, huele la sangre. Con el RB Leipzig volcado en busca del gol, el cuadro blanco, hoy de negro, buscó los espacios que tan bien se le dan al trío compuesto por Brahim, Rodrygo y Vinicius.
Fue el primero, vestido con la equipación de Bellingham, el que terminó por desequilibrar la balanza. Al más puro estilo Messi, desde la derecha y con la izquierda, se fue de 4 rivales justo antes de poner el balón en el palo más lejano de la portería.
El paso de los minutos hizo que el RB Leipzig tirase sus líneas hacia arriba y apareciesen más espacios. Tuvo hasta 3 oportunidades claras el Real Madrid de sentenciar el partido y poner un pie en los cuartos de final, pero ni Brahim, ni Rodrygo ni un Vinicius que estrelló su balón contra la madera pudieron poner el 0-2.
Volvió a aparecer Lunin para evitar el empate mientras el Real Madrid clamaba contra Haidara por no echar el balón con Brahim lesionado. Al final, la lógica se impuso y el conjunto blanco, más hecho a este tipo de partidos, se marchó a España con una ligera ventaja que le permite respirar en Leipzig.