El Madrid sortea las aguas bravas del Bernabéu

Los reencuentros tienden a ser momentos especiales, ya sea con familia, amigos, pareja o con una afición. Sin embargo, el primer partido del año en el Santiago Bernabéu tuvo mucho rencor y el madridismo quiso dejarlo claro antes del pitido inicial. Silbidos cuando los jugadores salieron a calentar y pitada generalizada, sobre todo para Tchouaméni, cuando se anunciaron los nombres de algunos de los jugadores al recitar la alineación por megafonía. Todo ello, tras la bochornosa derrota en la final de la Supercopa ante el Barcelona, que aún escuece a la parroquia blanca.
No le quedó otra a los chicos de Carlo Ancelotti que ponerse el mono de trabajo y salir a ganarse los aplausos. Ese estadio, que tantas veces le había empujado hacia remontadas heroicas y casi de cuento, estaba a la espera de una reacción y de las de verdad. Enfrente, un Celta que no iba a tener complejos e iba a hacer su partido, sin miedo y con mucha personalidad.
Así, fueron los pupilos de Giráldez los que avisaron primero. Lo hicieron con un cabezazo de Starfelt, forzado, pero que acabó rozando en la madera. Además, el esférico estaba en poder de los vigueses, que trataron de buscar el camino para hacerle daño a su rival.
Poco a poco, el Madrid fue ganando terreno y llegaron las primeras ocasiones. Una de ellas fue de Tchouaméni, principal objeto de los pitos, que se sacó un zapatazo desde la frontal del área que obligó a Iván Villar a intervenir. Los de Ancelotti se hicieron con el dominio, aunque le faltó mucho más en el juego. Estuvieron demasiado planos, sin verticalidad y carentes de esas individualidades que tanto tiene y que tantas veces les ha salvado.
La primera mitad iba llegando a su final y el marcador seguí sin moverse. Ligeramente superior el conjunto blanco, pero sin echarse flores, pues de cara a puerta no estuvo acertado. Fue entonces cuando, en una jugada donde todo se pudo torcer, acabó dando las alas para romper la igualada.
Swedberg recibió un pase filtrado y trató de driblar a Lunin. Este le tocó ligeramente y el delantero del Celta fue al suelo. Sin embargo, Munuera Montero no pito nada y la jugada continuó. Lo hizo con un contragolpe letal del Madrid, llegando la pelota a Mbappé, que inició la carrera en solitario, se plantó en el área, tiró un par de bicicletas para sortear a su par y se sacó un zurdazo al fondo de las mallas de la portería defendida por Iván Villar.
Como hubo lío, el VAR tuvo que revisar si esa acción era punible de penalti, pues terminó en gol. Lo hizo, pero la decisión no cambió, para fortuna del Madrid y enfado y sorpresa del Celta, que no se pudo creer la forma en la se iba a marchar camino a vestuarios.
Todo pareció coger buen color para el Real Madrid, sobre todo, tras el fantástico comienzo de segunda parte. Otra vez con un contragolpe letal que inició Mbappé con un pase filtrado a Brahim y este, tras esperar el momento justo, se la dejó a Vinicius, que batió por bajo a Iván Villar e hizo el 2-0.
Los de Ancelotti salieron a arrollar y pudieron matar el partido en varias ocasiones. Al Celta le estaba costando frenar el aluvión de ocasiones y Mbappé, en el 57', pudo aumentar la ventaja con un cabezazo desde el área chica que se perdió por encima del larguero. Pero esto no fue más que el comienzo de lo que se venía.
Vinicius se quedó solo ante el portero y tiró de fantasía para tirarle la vaselina que, sobre la misma línea, Starfelt evitó que se convirtiera en el 3-0. Y en el 62', Mbappé pudo firmar su doblete, pero su disparo colocado se fue fuera por poco. Tampoco Brahim, que pecó de egoísmo y definió ante Iván Villar cuando tenía a Tchouaméni en una buena posición. Otra que tampoco se fue para adentro.
El Celta quiso reaccionar lo antes posible o, al menos, quitarse esa excesiva presión que estaba sufriendo. Lo probó Hugo Álvarez desde lejos, pero Lunin se estiró y dejó un paradón para evitar que los rivales recortasen distancias en el marcador.
Pudo matar el partido el Madrid en el 77', ya que se aprovechó de un desajuste en la defensa del Celta y Vinicius, muy generoso, se la dejó a Brahim al segundo para que colocase el 2-0. Sin embargo, Munuera Montero y el VAR invalidaron el gol por una posición ligeramente adelantada del brasileño. Por milímetros.
La recta final del partido dejó a un Madrid relajado, quizás en exceso. Cedió la pelota al Celta, que trató de encontrar los espacios y poner algo de picante al final. Eso sí, los blancos estuvieron muy bien plantados atrás, o al menos eso pareció.
Sin embargo, un error de Camavinga, que cedió la pelota atrás y esta la recogió Pablo Durán, posibilitó que Bamba, tras recibir de su compañero al segundo palo, batiese a Lunin y colocase el 2-1 en el electrónico en el minuto 83.
Nadie se podía imaginar que un equipo, que hasta hace nada estaba casi muerto, iba a tener la osadía de hacer frente al Madrid, en el Bernabéu y pagándole con su misma moneda. Nadie lo iba a pensar, pero sucedió.
El partido entró en el tiempo de añadido y, en el primero de los 6 que se añadieron, Asencio llegó tarde y derribó a Bamba y el colegiado pitó penalti. Una pena máxima que se encargó de materializar Marcos Alonso, que puso el 2-2 y destinó el partido a la prórroga.
El partido llegó al final de los 90 minutos y lo hice con el enfado del Bernabéu. Ese mismo estadio, que se quedó helado con el empate, sacó su ira y se volvieron a escuchar silbidos en el feudo blanco. Los de Ancelotti solo tenían 30 minutos más para evitar un nuevo desastre y salvar la papeleta.
Movió el banquillo el italiano y las ocasiones cayeron del lado de su equipo. Sin embargo, los primeros 15 minutos no sirvieron para desequilibrar la igualada. Todo o nada en la segunda parte, donde ya el Madrid estaba siendo superior.
Le faltó un aliento extra al Celta, que ya llegaba tarde a todas las segundas jugadas y le costaba sostener los ataques blancos. Así, en el 108', Endrick recibió de espaldas de Güler, se giró y soltó un zapatazo que acabó en el fondo de la red para el 3-2. Suspiro de alivio.
Apenas 4 minutos más tarde, Valverde dejó el golazo de la noche. Balón suelto y control del uruguayo, que cargó ese cañón que tiene por pierna derecha y mandó el esférico al fondo de la red de forma sublime. Inapelable e inalcanzable para Iván Villar. El partido ya estaba visto para sentencia, pero, otra vez, Endrick quiso poner la tranquilidad absoluta, sacándose el recurso del tacón en un balón suelto que se encontró en el área chica.
Al Real Madrid le costó certificar su billete a los cuartos de final de la Copa del Rey, pero los de Ancelotti estarán en el bombo junto a otros 7 equipos. Pudo ser una noche trágica en el Santiago Bernabéu, algo que ya se vaticinó con el tenso arranque, pero el conjunto blanco, de mejor o peor forma, solventó la papeleta ante su exigente afición.