"¿Cuántas veces ha ganado así el Real Madrid en Champions?", se preguntarán con coraje los enemigos de los blancos y con sorna incluso los seguidores 'merengues'. No les falta razón. El conjunto de Carlo Ancelotti volvió a sacar adelante un choque de su competición fetiche con más efectividad y oportunismo que brillo y merecimiento.
El RB Leipzig fue infinatemente mejor en la primera parte. En todo. En ambición, en situación, en posesión, en ideas y en llegadas. De hecho, no tardaron en oírse los primeros murmullos en un Santiago Bernabéu que, paralelamente a la queja, no descartaba que se tratase de otra repetición de la manida pero vigente canción del "Así gana el Madrid". Es un disco que no se raya por mucho que se abuse de él.
PSG, Chelsea, Manchester City y Liverpool ya sufrieron en sus oídos lo estridente de la repetitiva canción. No nos engañemos: Iker Jiménez no habría entrado a investigar el caso si los blancos llegan a caer en algunas de esas eliminatorias. Sin embargo, tan válida es la teoría de los méritos como la de la efectividad. Los 'merengues' volvieron a ser los reyes del área. Se salvaron en la suya y castigaron en la contraria. Y de ahí, el resultado final.
Tampoco tendrá Courtois que tirar los guantes a la basura en el vestuario. El asedio fue más de acercamientos que de ocasiones, aunque sí tuvo que aparecer el belga en el 5' para mandar a córner un tiro de Nkunku en un contragolpe en el que le sacó lo justo a Rüdiger para poder, al menos, probar el disparo.
Un Madrid plano y desnortado
Plano y esnortado. Vulgar. Sin las varitas de Benzema o un Modric desbordado. Así se podría definir la versión que dejó el Real Madrid en el primer tiempo. Todo lo peligro que hizo fue un disparo fuera de Rodrygo, un remate desviadísimo de Camavinga, un hombrazo que quería ser cabezazo de Rüdiger y un zurdazo de Modric que por poco se topa con el palo.
El resto de llegadas y ocasiones fueron de los alemanes. Nkunku dio más de un problema al entrar como cuchillo en mantequilla a la espalda de la defensa, pero fue Werner el que más dolores de cabeza causó. Sigue sin reconciliarse con el gol, pero sus movimientos siempre generan besos y arrumacos con las redes para otros. Tiró varias contras que se tradujeron en un tiro de Forsberg que no encontró la escuadra por poco, en un pase picado al que llegó antes Courtois que Nkunku y un tiro con la zurda del '9' que taponó el belga.
Pero la más clara llegó en el 34'. Werner mandó un pase de la muerte a Nkunku, que no remató en el área por centímetros. Se tiró al suelo y la bola le pasó por encima de la bota. Se libró el Madrid del gol, pero no de la reacción de un Bernabéu que empezaba a mostrar su versión más crítica y, a la vez, fría.
La referida ocasión de Modric y su disparo desde la frontal fue lo último reseñable del primer tiempo. Fue el adelanto, el tráiler de esa pelcula que se intuía y que acabó llegando en una segunda mitad diferente, aunque no siempre gracias a los esfuerzos de los 'merengues'.
Valverde esperanza
Desde el inicio, la planitud pasó de reinar en el juego del Madrid a hacerlo en todo el terreno de juego. El RB Leipzig se desactivó, o fue desactivado, para pasar a un partido en el que no pasaba absolutamente nada. Por eso comenzó a crecer el equipo español. Y si a alguien se le ocurre ayudar al Madrid cuando se está ahogando, por muy poco que quiera nadar ese día, tiene que tener claro que acaba él en el agua.
El tridente, hasta ahora desenchufado de la corriente, empezó a echar chispas. Rodrygo, Vinicius y Valverde comenzaron a encontrarse y pusieron en aprietos a la defensa germana. Este último fue el encargado de teñir de verde esperanza el encuentro para un equipo que ya contaba con Asensio en el campo. Entró entre pitos y salió entre aplausos, aunque aún no sería su momento.
En el 71', avisó Vinicius de esta mejoría. Y lo hizo al desaprovechar la más clara para los locales. Rodrygo la puso al área en un contragolpe, Valverde tocó con lo justo para evitar al defensa y Vini se aprovechó para rematar, aunque con escaso espacio, ante Gulácsi, que le sacó el mano a mano. El rechace le cayó a Asensio, que intentó una vaselina que se fue por encima del larguero.
Y fue en el 80' cuando llegó el zarpazo de Valverde. El 'Pajarito' ya es, al menos, águila real. Hace tiempo que abandonó el nido del banquillo para volar día sí y día también por el verde prado de Chamartín. Recibió el uruguayo en la frontal, recortó a Diallo con la derecha y, con la izquierda, la puso a la base del palo largo para adelantar al Real Madrid. Ante el Mallorca fue golazo a la escuadra. Hoy, tanto decisivo y abajo.
El RB Leipzig no se lo creía y, como ya hicieron las últimas víctimas en la Champions pasada, se vio sumido en una depresión que solo superaron con el pitido final. Pero aún les quedaba un mazazo más. Un golpe en su moral que, a la vez, es en la mesa para Asensio. En la de Ancelotti, para ser más exactos. Tras su enfado del pasado partido por no jugar, fue el primero en entrar y cerró la victoria con una obra de arte.
El balear acostumbró a su gente, desde muy pronto, a su cañón. La zurda escondía un toque y un golpeo que se quedaron en el olvido para muchos, pero no para él. En el 91', cambió las dudas por ánimos al marcar el definitivo 2-0. Kroos, al sacar de una falta, le encontró en la frontal. De primeras, soltó la zurda a pasear y superó a Gulácsi previo paso por el poste izquierdo del meta húngaro para sentenciar el partido y retrasar, aplazar o empezar a olvidar la suya propia.
El triunfo deja al equipo blanco como líder de su grupo con seis puntos, por los cuatro que tiene el Shakhtar, segundo clasificado. El RB Leipzig se queda como colista con cero unidades, una menos que el Celtic, tercero tras empatar ante los ucranianos.