Diversión con límites

El Real Madrid volvió a vencer y a no convencer. No estuvo a la altura de un partido que, realmente, tampoco estuvo a la altura de lo que prometía. El fútbol, como casi todo, es cuestión de gustos, pero, posiblemente, había consenso en que este encuentro sería electrizante, atractivo, con alternativas y con ritmo. Pero a este choque entre 2º y 3º no le sobró, precisamente, el espectáculo.
La lesión de Dani Carvajal en el añadido enturbia aún más una noche en la que la diversión quedó ceñida al resultado, los tres puntos, el tanto de Valverde y el golazo de Vinicius. Pero hubo límites a esa diversión. Mbappé dejó una versión muy lejana a lo que se espera de él, lo mismo que le pasa, a nivel general, a su equipo. Tampoco el Villarreal ayudó a huir de una espesura que estuvo presente en demasiados momentos.
Lo del Madrid es difícil de explicar. No ayuda hacerlo con resultados positivos por el siempre presente y tan peligroso resultadismo. Tan verdad es que tiene los mismos puntos que el líder (el Barça tiene que jugar aún) como que las sensaciones no son las mejores. Toni Kroos pasó de ser recordado en Twitter a llevarse una ovación atronadora cuando apareció en las pantallas del Bernabéu. Por algo será, más allá del mero cariño a una leyenda.
Las condiciones del alemán, que siempre fue una pieza perfecta para dotar de clase, determinación, último pase y alegría al juego, han desaparecido del césped con su adiós. Era el agua que rebaja lo espeso de ciertos partidos. Y ahora, ese 'ciertos' ya es 'varios' y 'muchos'. La pólvora es innegable, pero también es innegable que, incluso ganando, desde las gradas siguen emanando algún que otro silbido que demuestra que la cosa no termina de ir bien.
Pese a todo esto, sí. El Madrid ganó. Fue mejor que su rival en lo referente al marcador. El tiro de Valverde que abrió la veda no era más claro que algunas de las que Barry o Pépé tuvieron, sobre todo, tras el 1-0. Pero entró. Y las otras, no. Esto sigue yendo de aciertos, goles y puntos, y, de momento, los de Ancelotti van sacando los partidos salvo alguna cercana excepción.
A los 14 minutos, Valverde inauguró el marcador. El uruguayo recibió la pelota directamente desde el córner, previa dejada de Bellingham sin tocar el balón. Varios metros alejado de la frontal, tuvo tiempo para controlar, levantar la cabeza y soltar un derechazo que tocó en Baena y se coló pegado al palo derecho de Diego Conde. Antes, Vinicius ya le había asegurado más de un paracetamol a Kiko Femenía. Volvió loco al lateral, que acabó con amarilla y alguna que otra vez por el suelo. Esa electricidad sigue estando. Es una virtud indiscutible y, además, es un método más que interesante para llegar al área con muchas opciones de éxito. En eso hay pocas dudas.
El problema llegó tras el gol. El Madrid perdió el balón y sufrió. Para colmo, cuando tenía la pelota no sabía qué hacer con ella. El madridismo nunca se ha llevado bien con lo horizontal del juego. Ese césped se alimenta de contragolpes, de ritmos altos, de idas y venidas que no aparecieron por ningún lado, al menos, por los locales. Sí intentó hacerlo un Villarreal al que le faltó mordiente. La misma que le ha sobrado este año. Había marcado en todos los partidos hasta ahora y llevaba los mismos tantos a favor (17) que su rival, que fue capaz de desactivarlo en labores defensivas. Otra buena noticia de hoy para los 'merengues', dicho sea de paso.
Pero lo intentó y se acercó con creces al gol el equipo de Marcelino. De hecho, en el 16', Pépé mandó un cabezazo al larguero. Supo llegar con asiduidad el equipo visitante a zonas peligrosas para meter balones peligrosos al área, pero ni Barry ni Pépé estuvieron todo lo acertados en el remate que habrían querido. Tras la reacción amarilla, Vinicius hizo espabilar a su equipo con otro buen puñado de diabluras por la izquierda que desesperaron a Kiko. Mantuvo el tipo el lateral, sí, pero se vio por muchos momentos superado por la habilidad, agilidad y calidad del '7'.
Sin embargo, aquel despertar no fue más que el paso previo al bajonazo. El partido perdió ritmo a raudales y los bostezos se aproximaron a las bocas de los presentes. No estaba cómodo el Bernabéu con lo que hacía su equipo. No terminaba de estarlo el Madrid con lo que estaba haciendo. Y no lo estaba el Villarreal por el marcador y la pérdida de fuelle. Todos descontentos.
Sí la tuvo muy clara Mbappé en la recta final del primer tiempo. Modric, en un contragolpe, jugó con Vinicius y este, con Mbappé, que recibió un pase al espacio. Quiso irse del portero en el mano a mano, pero, con el pie derecho, Diego Conde le sacó la pelota al ex del PSG. Fue uno de los pocos arreones que se salvaron del letargo que acompañaron al primer tiempo hasta el pitido final.
El segundo tiempo confirmó lo que se había intuido poco antes. La lentitud, lo previsible y lo horizontal se dieron la mano y no se soltaron hasta el minuto 70. Pasó muy poquito en esos 25 minutos de la reanudación, algo que extraña al ver tanto talento junto en un campo de fútbol. Una falta de Baena que se fue al lateral de la red pudo ser todo lo reseñable de ese tramo. Poco más que añadir.
Sin embargo, Vinicius apareció para darle algo de brillo a la noche. Se sacó de la manga un espectacular golpeo con el que superó a Conde y sentenció el encuentro cuando Mbappé ya había sido sustituido. En el 73', Valverde encontró al brasileño en su nueva posición desde que entró Rodrygo, más como '9' y referencia. A unos metros de la frontal, soltó un derechazo que se coló, con tanta potencia como colocación, por el palo izquierdo del meta visitante.
Esa maravilla del '7', que también se marchó tocado de las cervicales, maquilló una tediosa segunda mitad que aún quedará más en un segundo plano después de lo de Carvajal. Antes de lo que parece una grave lesión, el Villarreal dio sus últimos coletazos de vida en los minutos 81 y 83. Un centro peligroso de Kiko que se paseó en el área chica bien pudo acabar en un disgusto mayor para Lunin, que tampoco tuvo que mancharse los guantes cuando vio cómo el remate de Barry tras una gran acción de Illias se fue a la izquierda de su portería.
Y la peor noticia llegó en el 93'. Carvajal quiso despejar un balón y metió su pierna derecha entre las piernas de Yéremy Pino. La pierna le hizo tope contra el cuerpo de su rival, pero la rodilla sufrió una hiperextensión que resultó ser muy dolorosa para el lateral, que se fue entre lágrimas con la camiseta en la cara. Ese fue el final infeliz de un partido que, sea como fuere, mantiene al Madrid en la lucha por el liderato y que, en cambio, frena a un Villarreal que ha tenido noches mejores esta temporada.