Luis Enrique descifra a la Real y Mbappé la remata

La Real Sociedad ha vivido un segundo tramo de febrero y un inicio de marzo para olvidar. Le puso la guinda del amargor este martes por la noche, cuando cayó eliminada de los octavos de final de la Champions League a manos del PSG. El partido de Anoeta, lejos de parecerse al de la ida en París, donde los de Imanol Alguacil incomodaron a los de Luis Enrique, se desarrolló bajo dominio francés y acabó con un 1-2 diáfano. El global se abrocha en 1-4.
El entrenador de la expedición francesa, después del primer 'round', reconoció las dificultades de los suyos para sortear la presión alta de los donostiarras. De cara a la segunda cita, encontró la solución que su equipo necesitaba con precisión quirúrgica. Ordenó a Kylian Mbappé, Ousmane Dembélé y Bradley Barcola que abandonaran sus demarcaciones supuestas para moverse con libertad desde tres cuartos de campo, lo que desarboló la línea de atrás local.
En la previa del Parque de los Príncipes, Igor Zubeldia era consciente de que iba a tener que marcar a uno de los mejores delanteros del mundo, si no el mejor, así que se mentalizó para ello. Esta vez, se vio sorprendido fuera del área de Álex Remiro para intentar evitar cambios de ritmo del galo o controles de balón que anticipaban arranques de 0 a 100. En el gol que abrió la lata, hasta se situó más a la derecha que Hamari Traoré, el lateral diestro, para encimar al punta, con la consiguiente concatenación de grietas en la muralla 'txuri-urdin'.
La diana sucedió a los 15 minutos. Nació de un pase en profundidad de Dembélé, que se encontraba en posición de interior, hacia la espalda de la zaga. Mbappé controló, le hizo una suerte de elástica exterior a Zubeldia para abrirse hacia su perfil bueno, amagó de nuevo porque el central no se dejó engañar a la primera y ajustó un zapatazo medido al palo largo de Remiro. La red incluso se rompió por la potencia del golpeo.
El plan de Luis Enrique salió bien hasta en 'timing'. En el primer cuarto de hora, la apuesta de la Real por la presión alta estaba funcionando. Mbappé se veía obligado a retroceder a la línea de la medular para ayudar a su equipo a sacar la pelota desde atrás y algunos robos de balón en momentos de transiciones habían facilitado llegadas de los de Imanol. Aun así, para estas alturas, Remiro ya había que tenido que sacar, a bocajarro, un tiro de Barcola a pase de Kylian. La pólvora estaba en el otro extremo del campo.
Este es otro de los elementos que explican no ya la derrota de los de San Sebastián, sino su venida a menos en las semanas más recientes. El cuerpo técnico no está encontrando soluciones para la falta de chispa arriba que atenaza al grupo. Para la visita del PSG, Mikel Oyarzabal y Takefusa Kubo entraron en escena con Sheraldo Becker cerca de ellos para paliar las sequías de André Silva y Umar Sadiq o el momento de dudas que atraviesa Ander Barrenetxea, sobrado de talento, pero con turbulencias en este momento de la temporada.
Sin peligro alrededor de Donnarumma y con un gol tan tempranero en favor de París, 'Lucho' apagó cualquier conato de rebelión que podría haber sucedido de haber encadenado el conjunto local algunas recuperaciones, sobre todo si estas hubieran sido cerca del área. De hecho, los momentos de mayor arramble por parte del conjunto anfitrión se dieron ya con 0-2 en el luminoso, durante los compases finales.
Otro punto de acierto de Luis Enrique estuvo en la entrada de Kang-In Lee para la segunda mitad. Le bastaron 10 minutos para reeditar el pase de Dembélé en el 15' con el mismo destino, Mbappé, para que este corriera al hueco por detrás de la defensa, amagara con definir hacia el palo largo de Remiro y lo hiciera hacia el corto de un latigazo. Aunque faltaba más de media hora para el final, este tanto supo a sentencia.
Lo más cerca que estuvo la Real de meterse en el partido fue una ocasión de Takefusa Kubo al balcón del descanso. Harto de no hallar la manera de disfrutar de una audiencia a solas con Donnarumma, disparó desde lejísimos en búsqueda de su escuadra y por poco no la encuentra. De haberlo conseguido, los suyos habrían salido con otra cara al segundo acto. Hubo otro 'casi', un remate de cabeza de Barrenetxea que habría sido importante no solo para el partido, sino para devolverle la confianza al '7', pero estaba en fuera de juego. La asistencia era de Zubimendi y su remache, uno picado con la frente ante un guardameta que salió, saltó y no atinó a interceptar la pelota. Estaba adelantado por el hombro.
Más tarde, en el huracán de llegadas de los locales para maquilar el resultado, Mikel Merino voleó el rechace de un zapatazo de Turrientes que repelió Donnarumma con la palma de la mano derecha y logró justamente ese puntito de emoción que la grada necesitaba para entregarse. Mbappé resulta invencible, el equipo se vio superado en la táctica y la eliminación es justa, sí, pero también honorable. San Sebastián no cayó sin plantar cara.