La Real Sociedad ha transformado un camino de piedras en un sendero lleno de rosas y alegrías en el Reale Arena. Lo que comenzó siendo 3 derrotas consecutivas en casa, se ha convertido en un verdadero fortín, con 6 choques seguidos sin perder y dejando su portería a cero en todos ellos. Esta vez, el Villarreal no se lo puso fácil, pero el don de la oportunidad, la picardía y magia de Take Kubo guiaron a los 'txuri-urdin' a la victoria.
Fue un comienzo agresivo, pero, a su vez, cauto por parte de los dos conjuntos. La excesiva prudencia hizo que los dos equipos no concediesen errores, pero que tampoco se diesen ocasiones claras de gol.
Pese a ello, el Villarreal dio un paso arriba y metió a la Real en su propio campo. Así, la ocasión más clara de los 'groguets' llegó en el minuto 21. Engañó a todos con el pase Pape Gueye, que vio el desmarque de Barry, pero la definición del delantero fue algo forzada y no cogió portería.
Fueron los mejores minutos del cuadro de Marcelino en la primera mitad, aunque la falta de acierto fue evidente. No obstante, la Real no sufrió en exceso y trató de encontrar los espacios atrás de su rival para salir al contragolpe. Sin embargo, la primera mitad llegó a su fin y con el 0-0 en el electrónico.
Pero los segundos 45 minutos no pudieron empezar mejor para los donostiarras. Tras un amago de susto de los visitantes, la Real hizo el gol de la noche. Contragolpe de libro, que inició Oyarzabal tras un pelotazo en largo. Kubo le comió la tostada a Parejo, recortó a Femenía, con caño incluido, y batió por bajo a Luíz Junior para colocar el 1-0 en el marcador. Pura magia del atacante nipón, que levantó a los espectadores del Reale Arena de su asiento.
No arrojó la toalla el Villarreal, que trató de recuperar las buenas sensaciones de la primera mitad y, con ello, mejorar en la definición y acierto. Aunque esto no pasó y eso que el dominio y la presencia comenzó a ser para el 'submarino amarillo'. En el 64', un recién entrado Gerard Moreno aguantó su salida para no caer en fuera de juego, recibió de Barry y se sacó un chut cruzado, pero Remiro estuvo muy atento para meter la mano abajo.
La Real dio un paso atrás. Defendió en bloque bajo y buscó matar el partido al contragolpe. Lo primero, le salió a la perfección; lo segundo, no tanto, pues pese a que tuvo oportunidades, el 2-0 no subió al marcador. Y eso que, en el 69', Luíz Junior tuvo que tirar de reflejos para despejar un tiro de Sucic, que tocó en un defensor y se envenenó.
La recta final del partido fue un monólogo 'groguet'. Cardona, con una volea a bocajarro, pudo colocar el empate, pero Remiro se sacó un paradón. El cuadro de Marcelino no dejó de colgar balones al área para un remate de primeras o una posterior segunda jugada, pero nada.
Ante esto, Óskarsson tuvo en sus botas el 2-0 tras quedarse solo frente al meta rival. Sin embargo, el noruego llegó fundido y su remate fue demasiado inocente, casi ni inmutó a Luíz Junior que no tuvo tiempo que perder.
Se quedó con las ganas de algo más el Villarreal, que vio como el partido se le escapó de forma definitiva con el pitido final y, con ello, la posibilidad de acercarse a la cuarta plaza. Todo lo contrario que la Real, que reafirmó su buen estado de forma antes del parón y ya comienza a meterle el miedo en el cuerpo a los distintos equipos que pelean por las plazas europeas.