Al Sevilla le vale con un cinco para contarse tres

El Sevilla pudo acabar por fin con su sequía goleadora y sumar tres puntos ante un Rayo Vallecano que pudo rascar algo del Ramón Sánchez-Pizjuán incluso con uno menos. El equipo de García Pimienta llevaba sin marcar en Liga desde su último triunfo el 25 de octubre, un 0-2 ante el Espanyol. Desde entonces encadenaba dos derrotas quedándose a cero ante la Real Sociedad y el Leganés. Y por mucho que se reencontrara con la portería rival, a los nervionenses no parece que les funcione mucho aquello del ketchup.
Ya saben, hace ya muchos años que Ronaldo comparó el gol con un bote de esta salsa de tomate. Cuando lo abres ya no hay forma de pararlo. Este año dijo lo mismo Joselu sobre Mbappé, y Sorloth también lo recordó después de marcar este sábado contra el Alavés. Pero al Sevilla le sigue costando horrores y sus delanteros, aunque se les vea con chispa y dejen detalles punteros, sí que parece que cuando miran a la portería se les va la flechita para abajo.
De todos modos, entró uno y eso ya le fue suficiente al conjunto hispalense, que jugó con fuego incluso contra diez y llegó a levantar algún pito de la grada. Al final, los más de 35.000 espectadores le pasaron la mano a su equipo tras romper esa racha de dos derrotas y darle al fin una alegría. Pero antes estaban bramando porque se veían con el empate (o algo peor) ante un Rayo Vallecano que jugó media parte con un jugador menos.
El Sevilla ejerció bien de local. Tras el primer tanteo, algún arreón y un intento rayista por hacerse con la pelota, el equipo de García Pimienta volvió a la carga con sus dos mejores argumentos: Isaac Romero y Dodi Lukebakio. El extremo belga es un tipo irregular, pero cuando tiene el día da gloria verlo. Y esta vez le tocó el día bueno, ya ves que sí. Él fue el primero que probó a Batalla con un disparo lejano y volvió completamente loco a Pep Chavarría, al que le coló algún caño entre sus varias diabluras.
Pero el hombre del partido fue Isaac. El delantero estuvo impreciso y se marchó de vacío, pero suyo fue medio gol y el 'MVP' de LaLiga después de desfondarse. A los 28 minutos, el canterano hispalense sacó petróleo de un saque de banda en el que cuerpeó con Lejeune, se coló entre este y Óscar Valentín y le puso un balón al pie a Djibril Sow para que el suizo batiera la portería rayista y le pusiera punto final a la sequía.
El conjunto vallecano no quiso quedarse parado y respondió con una buena ocasión de Álvaro García, pero la losa del gol empezó a pesar más cuando Unai López se marchó expulsado justo antes del descanso. Al centrocampista del Rayo se le cruzaron los cables. Es cierto que Isaac Romero le agarró sin balón de por medio, pero el de Rentería respondió soltándole un manotazo en la espalda que Busquets Ferrer fue a ver al VAR. ¿El resultado? Incontestable: tarjeta roja.
Físicamente le pesó la inferioridad al Rayo, que lógicamente dejó más espacios pese a la entrada de Pathé Ciss por un Óscar Valentín amenazado con amarilla. Lukebakio fue el que más incidió con centros y un remate repelido por Batalla tras hacerle el timo de la estampita a Chavarría. Y como decíamos, Isaac Romero erró hasta un mano a mano. Y claro, como el Sevilla no aprovechaba todo lo que tenía, acabó dándole alas a su rival.
Iñigo Pérez dio entrada a Sergio Camello y Pedro Díaz y con ello reactivó a su equipo en los últimos metros. Este último falló un cabezazo en la frontal del área pequeña nada más entrar, y Álvaro García reventó un chut lejano en la base del poste después de robarle la cartera a Sambi Lokonga. Ahí fue donde le cayeron los pitos a este Sevilla que no es que jugara un mal partido, pero tampoco se mereció más de un cinco. Por lo menos ya es una base sobre la que seguir construyendo.
Al final las piernas le terminaron pesando al conjunto rayista, que además no tuvo más que tres minutos de añadido para intentar algo. Buen enfado se llevó Iñigo Pérez con esto. De cualquier forma, el Sevilla fue lo suficientemente inteligente como para retener el balón en los últimos diez minutos y respirar para no pasar más apuros. Tres puntos son buenos siempre.