Si de verdad quieren saber qué pasó en el Sánchez-Pizjuán, deben separar el partido del añadido de la segunda parte. Si no, se van a volver igual de locos que los que vimos en directo el encuentro. Los 90 minutos tienen una fácil explicación: el Valencia anuló al Sevilla y fue mucho mejor en la primera parte, un guion que se invirtió en la segunda mitad. Pero el añadido, mejor, lo dejamos para más adelante.
Los locales llegaban al encuentro en plena reacción. Sampaoli había logrado empatar ante el Athletic y ganar en Mallorca, mientras que los de Gattuso no conocían la derrota en las cuatro últimas jornadas. Ambos tenían motivos para creer en la victoria, pero fueron los visitantes los primeros en demostrarlos.
El Valencia logró marear a un Sevilla que no anduvo nada fino en defensa. La presencia y el peligro corrían de parte de los 'che', quienes, fruto de ello, se adelantaron cuando solo se habían disputado seis minutos del primer tiempo. Si en racha estaban los equipos, no menor era la de Cavani. Dos goles en sus últimos 45 minutos disputados ya era un gran dato. Pero tres en 51, mucho mejor.
El delantero uruguayo no necesita regalos, pero sí que los acepta. Bono salió mal y el uruguayo, entre Montiel y Carmona, cabeceó el centro de Foulquier desde la derecha al fondo de la red. Duro golpe para un Sevilla que ni estaba ni llegó a estar en todo el primer periodo, aunque, cuando estuvo cerca de ello, Mamardashvili apareció para desesperar al Pizjuán.
Sí es cierto que quiso reaccionar el cuadro de casa, pero no siempre querer es poder. El primero que lo intentó fue Sampaoli, que quitó a Carmona y metió a Jesús Navas. Pero el protagonista sería Mamardashvili, que firmó dos paradones a Rafa Mir en solo un minuto que dejó sin premio a los de Sampaoli. En la primera, sacó una gran mano arriba ante un potente disparo del delantero desde la frontal, mientras que en la segunda fueron sus dedos los que evitaron el empate. Sacó una mano velocísima y sobre la línea para empujar la pelota hacia fuera y dejar en nada el cabezazo de Mir.
Pese a esta reacción, el Valencia se gestionaba mejor en el campo. E incluso tuvo varias buenas ocasiones antes del descanso. En el 25', Ilaix cabeceó picado y fuera un córner, mientras que, un minuto más tarde, Bono recordó que él también sabe hacer paradas salvadoras tras evitar el tanto de Samuel Lino con los dedos. La jugada se originó por un fallo mayúsculo del Sevilla a la hora de sacar el balón desde atrás.
Parecía ampliar la renta el equipo de Gattuso en el 33', pero Lino, que picó por encima de Bono un pase de tacón de Cavani, estaba en fuera de juego. Ya en la última del primer tiempo, Ilaix mandó fuera un balón suelto en el área con un zapatazo desviado que pintaba mucho mejor para los valencianistas.
El premio a un Sevilla diferente
Sampaoli cambió otras dos piezas para el segundo tiempo. Lamela, que sería clave, y Delaney entraron por unos desafortunados Acuña y Montiel. Y el Sevilla cambió. Dominó. Quiso. Mereció. Y claro, obtuvo.
Marcó Rafa Mir en el 55', pero quedó anulado el tanto por fuera de juego. No se notó en el marcador, pero sí en las sensaciones. Los locales estaban empujando. Gudelj, venido arriba tras su golazo en Mallorca, tuvo las mejores de los suyos. Mamardashvili se estiró para desviar un tiro lejano suyo y solo unos minutos después, el larguero evitó que su cabezazo significase el 1-1.
Lamela vio cómo Gayà le salvaba varias internadas por la derecha, sobre todo un disparo que envió a córner. En ese momento, ambos desconocían que serían protagonistas en la recta final, aunque por motivos muy diferentes.
Rafa Mir anduvo desacertado durante todo el encuentro, con remates desviados las pocas veces que sus compañeros le encontraban. La más clara que tuvo, ya con 1-1 en el marcador, la mandó fuera con un mal remate con la zurda tras un error de Diakhaby de esos que hace Diakhaby. Los valencianistas lo entenderán.
Pero el Sevilla no se rendía. Seguía llegando y encerrando a su rival y encontró el premio en el 86'. Kike Salas peinó el córner en la corta y la bola fue empujada por Lamela con la zurda en el área para poner el 1-1. Para muchos, ahí se acababa el partido. Pero para nada. Solo había abierto los ojos.
Un añadido no apto para cuerdos
Siete minutos agregó Soto Grado. 15 se jugaron. Rafa Mir tendría una última ocasión en la que, tras la empanada de los centrales rivales, se entretuvo demasiado. Y Mamardashvili le quitó la pelota de los pies. Tras esa jugada, hubo un lío en el área que hizo que se alargase algo más el añadido. El Sevilla estaba volcado y en el Pizjuán se celebró que se sobreagregase. Se celebró porque no sabían cómo acababa esto.
Jesús Navas perdió un balón en la medular cuando era el último hombre. O el penúltimo, porque el Papu salió como una exhalación para 'cazar' a un Kluivert que volaba hacia Bono. Llegó el argentino antes de que su contrincante pisase área y lo tumbó con una dura entrada. Roja directa y falta peligrosa para el Valencia. O eso parecía.
Avisaron a Soto Grado de que algo pasaba: Kike Salas, en la corta ley de la ventaja que dio el árbitro desde el derribo hasta que pitó la falta al ver que Kluivert no sacó más ventaja tras levantarse del suelo, empujó a Correia. Tras mirarlo en el monitor, Soto Grande decretó penalti, le quitó la roja al Papu y expulsó a Salas.
Gayà le quitó el balón a Guillamón para lanzar un penalti que le adivinó y le paró Bono. Con una mano abajo a la izquierda, cerca del palo, sanó de la locura al Sevilla y sumió en ella al Valencia en el manicomio del Sánchez-Pizjuan, tras el que los locales se quedan undécimos con diez puntos y los visitantes, octavos con 15.