Hay determinados partidos que 'ponen' a los jugadores. Y a los del Real Madrid no era el de este miécoles ante el Sporting de Braga, sino el del sábado ante el Barcelona. Todo lo contrario que al conjunto portugués.
Solo así se puede entender que el conjunto de Carlo Ancelotti pidiese la hora en el Estadio Municipal de Braga. En un escenario idílico, con las montañas a su lado, el cuadro luso soñó hasta el último segundo del partido.
Pese a tener un once muy reconocible, con pocas rotaciones, el Real Madrid volvió a adolecer de lo que más se han quejado los aficionados, de no tener a un Mbappé, a un Benzema, a un '9'. Y es que los enanos le crecieron con la baja de Joselu por gripe.
Vinicius, al rescate
El Real Madrid hizo el 'A, B, C' del fútbol en Braga. Con una defensa de 5 adelantada, y todos en línea, buscó los espacios a la espalda de los laterales para encontrar una y otra vez a un Vinicius que pareció el de su primera temporada, efectivo encontrando a sus compañeros y desacertado de cara a puerta. De hecho, de haber estado un poco más acertado el brasileño, Ancelotti podría haber rotado más a sus jugadores de cara al 'Clásico' y no haber forzado a un Bellingham que se marchó fatigado en los últimos minutos y tocado en el abductor.
Vinicius jugó con Saatçi como un niño con sus juguetes. El defensa turco tendrá pesadillas con el delantero brasileño, que si bien no marcó, sí dio las 2 asistencias. La más especial, para un Rodrygo que al fin descorchó el champagne. El hombre gol de Champions se había secado con el calor, pero fue aparecer la lluvia y el frío para, con algo de fortuna, acabar con un maleficio que empezaba a preocupar en el Santiago Bernabéu.
El Sporting de Braga fue incapaz de tapar la vía de agua más clara, la de Vinicius. Ni con el 0-0 en el marcador, ni con el 0-1. Jugaba a la ruleta rusa para tratar de empatar el partido y por poco se pega un tiro en el pie. Pero solo así sabe jugar uno de los equipos más atractivos de ver en el territorio portugués.
Una siesta de lo más inoportuna
El Real Madrid se encontró con su gol en lo que era un nuevo error de Rodrygo. Un centro demasiado fuerte del '11' a Vinicius acabó con el balón en la banda izquierda para el '7', que esperó a sus compañeros y encontró a un Bellingham que hizo el 0-2 al más puro estilo Kroos. Como si el alemán le hubiese aleccionado durante estos meses, dio un pase directo a la red para acabar, en un principio, con la revolución de los claveles.
Pero este Sporting de Braga no tiene miedo, no entiende de morir de rodillas. Se lanzó a por el gol y lo consiguió por medio de Djaló. Y con el 1-2, jugó en el alambre para buscar el empate. Solo el fuera de juego semiautomático le permitió llegar con vida al añadido.
Pocas veces el Real Madrid ha pedido la hora, y menos en su competición fetiche. Pero para llegar a octavos de final hay que sufrir, más fuera de casa, y lo hizo hasta la extanuación, con un Bellingham tocado y un Rüdiger acalambrado. Pero el equipo de Ancelotti ya tiene un pie en los cruces un año más.