El Manchester City depende de sí mismo para ser campeón, una vez más, de la Premier League. Este martes por la noche, visitó y ganó al Tottenham Hotspur en la jornada 34 de la Liga Inglesa. Este episodio de la temporada estaba pendiente porque, en su fecha original, los de Pep Guardiola tenían que verse las caras con el Chelsea en la FA Cup. La espera mantuvo la esperanza del Arsenal de Mikel Arteta, que necesitaba que sus eternos rivales locales les hicieran un favor. No ocurrió.
Por puro morbo, no eran pocos los aficionados que imaginaban a los de Ange Postecoglou evitando pisar del todo el acelerador para fastidiar a los 'gunners' y con la certeza de que una clasificación para la Champions se presentaba ya prácticamente imposible. Nada más lejos de la realidad. Los anfitriones se desgañitaron hasta el punto de forzar una actuación notable por parte de Stefan Ortega, partícipe de uno de los dos incendios del día.
El primero corrió de la cuenta de Rodrigo Bentancur. Al poco de comenzar la segunda parte, Erling Haaland abrió la lata para los celestes. El cuerpo técnico de casa reaccionó introduciendo a Dejan Kulusevski por el charrúa, al que esto no le hizo ninguna gracia. Le pegó tres patadas a su asiento, casi se cae con la segunda y estampó una botella de agua contra el suelo. Un rato después, Ederson también plasmaría un enfado con su entrenador.
El caso del luso se presentó bastante más incomprensible. Rebasado el minuto 60, el 'Cuti' Romero acudió a rematar un centro hacia el segundo palo y chocó, entre el muslo y la rodilla, con la cara del guardameta, que necesitó un rato para recuperar la verticalidad. Pep Guardiola se preocupó y le sacó del campo, pero tuvo que darle explicaciones porque su pupilo, ya desde que vio su dorsal en el cartelón, verbalizó una serie de improperios en portugués que no dejó de articular ni cuando ya estaba descansando.
May 14, 2024
Así, se dio una curiosa escena. Mientras el portero titular del Manchester City decía palabrotas en la banda indignado por su sustitución, el suplente llevaba a cabo hasta tres intervenciones de gran mérito para evitar que el Tottenham empatara. La acción de mayor brillo, un mano a mano con Son en el que el cancerbero aguantó hasta el ultimísimo momento para taponar todo lo que pudo el remate que su contrincante estampó en su pierna derecha.
Anteriormente, Vicario pidió su propio espacio en la recopilación de repeticiones pospartido aunque no lo pareciera porque pasó mucho tiempo entre sus mejores momentos y el término de la cita. En el 16', después de un error de Dragusin en la salida de pelota desde atrás, sacó una mano diestra providencial para negarle la mayor a Phil Foden, que le había desafiado con una volea a bocajarro de las que se empiezan a cantar antes de que sean gol siquiera.
El rumano compensó este desliz en la antesala del descanso, cuando repelió un chut de Bernardo Silva con el cuerpo en una situación en la que su portero estaba vencido porque se había tirado al suelo para intentar repeler un tiro de Haaland, que, a centro de Foden, había hallado oposición en Van de Ven. Jugadas como esta evidenciaban que aquello de que los 'spurs' iba a ir a medio gas era una cábala sin sentido por mucho que hubiera morbo con el Arsenal.
Haaland echó por tierra estos esfuerzos del Tottenham en el 51', cuando coronó una red de pases marca de la casa. Bernardo Silva buscó a Kevin de Bruyne por el sector derecho del área rival y este jugó de primeras, hacia el interior, para el noruego, que dio un pasito en fin de adelantar a toda la línea de atrás contraria, y desplazó, con el interior de la bota, el esférico al fondo de las mallas sin Vicario delante.
Gracias a la actuación de Ortega más adelante, el ex del Borussia Dortmund pudo firmar la sentencia de penalti impulsado por otro de los elementos claves de esta victoria del City: Jérémy Doku. Pep le introdujo para que alborotara los compases finales y cumplió de sobra. Eslálones, recortes y cambios de ritmo poblaron los dominios londinenses hasta que Pedro Porro llegó tarde a una entrada en su caja y cometió pena máxima. Haaland la resolvió con un zurriagazo a media altura, a siniestra, el lado contrario al que se lanzó el guardameta.
Que las postrimerías ofrecieran tanto contenido quitó espacio a unos minutos iniciales de bastante interés en los que ambas pizarras apostaron por la presión alta. La salida desde atrás se volvía insoportable para sus actores y, en las filas de Postecoglou, ganaba empaque un Brennan Johnson con colmillo mientras, en las visitantes, lo hacían un Gvardiol actuando de carrilero y hasta de extremo cuando veía que tenía espacio delante y un Walker convencido de que podía generar algún gol a la espalda de Van de Ven. Quizás ellos habrían sido los protagonistas de haberse resuelto el partido en el primer acto, pero lo hizo en el segundo. Los dos bandos cumplieron y ganó el celeste: depende de sí mismo para ser campeón.