Hay días en los que es realmente difícil destacar lo ocurrido en un terreno de juego. Eso ocurrió este sábado, y bien lo saben los miles de aficionado que, ilusionados, fueron a ver a un Valencia que dejó que desear.
Un partido sin porteros. O al menos así pudo ser en Mestalla este sábado. Mamardashvili y Guaita vivieron el partido más plácido de sus vidas en un choque en el que ambos se repartieron los puntos con justicia, pero por inactividad en el verde.
No hemos llegado aún a 2024 y el miedo parece atenazar las piernas de los jugadores. El 'baby Valencia' ha perdido fuelle con el paso de las semanas y el Celta camina en el alambre para intentar sobrevivir en el año del centenario.
Parecía la jornada 38 en la que a ambos conjuntos le servía el empate para salvarse. Pero nada más lejos de la realidad, lo cierto es que los 2 necesitan puntos como el comer -especialmente los celestes-, para tratar de salir de la zona más baja de la clasificación.
Pintó mejor la previa del partido que el propio choque. Ambos técnicos propusieron onces ofensivos, lo contrario a lo que sucedió al final en un Mestalla que llegó a pedir a los suyos algo de valentía para desplegarse.
El primer - y único- tiro a puerta llegó tras un rechace, rebotado además en la defensa, que Mamardashvili se quitó de encima a disparo de Aspas. Hasta entonces y después de ello, la nada.
Ni siquiera hubo lugar para la polémica, para alegría de los corazones celestes. El Valencia reclamó algún penalti de manera ínfima en un partido que los porteros vivieron como si estuviesen de vacaciones.
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