Este Pucela es un león. Después de golear al Celta de Vigo en la pasada jornada, dio continuidad a sus buenas sensaciones derrotando por 1-0 a la Real Sociedad ante sus aficionados. Los de Imanol Alguacil, en la zona noble de la clasificación, venían con siete triunfos seguidos a sus espaldas. Era su mejor racha desde 1967, pero no pudieron con los blanquivioletas.
La victoria de los de Pacheta se explica en una actuación colectiva superior. No terminó de haber un nombre propio que comandara cada acción o, en su defecto, la mayoría de ellas. Esto sí ocurrió en el bando 'txuri-urdin', en el que el peligro estuvo casi siempre en las botas de Takefusa Kubo. Conforme él se apagó, se apagaron las opciones de los suyos.
De hecho, el japonés anotó uno de los tres goles anulados del encuentro. Un golazo, dicho sea de paso. En una contra exprés, recibió la pelota en zona de tres cuartos, desde donde se deshizo de la presión del defensa que tenía delante para, de un zapatazo, mandar la pelota a la escuadra de Jordi Masip, que no pudo hacer nada.
El colegiado, previa revisión del VAR, terminó juzgando la acción por ilegal por una falta previa de Zubimendi a Óscar Plano en el momento de recuperar la pelota. Es el mismo motivo por el que invalidó un tanto del Valladolid un rato antes por una falta de Óscar Plano sobre Brais Méndez. Quien había visto puerta en esta ocasión era Monchu con un centro tocadito que Weissman no llegó a desviar, pero que confundió a Remiro lo suficiente para envenenarse y acabar en sus redes.
Se puede poner en duda el criterio de Figueroa Vázquez en sus dos decisiones, aunque lo cierto es que mantuvo la misma vara de medir. Aun así, es bastante probable que su actuación sea una de las discutidas en esta jornada. Jugará en su favor que, de todos modos, ganó el partido quien más méritos había hecho, el Pucela.
El árbitro tuvo un último susto con el tercer tanto anulado del choque, uno que firmó Zubimendi al recibir un 'pase de la muerte' de Karrikaburu. El '33' estaba adelantado en el momento de recibir la preasistencia, así que mantener el 1-0 en el marcador fue algo claro para los jueces. Los 'txuri-urdines', eso sí, se vinieron arriba en los compases finales.
Kubo, un rayo de luz; Monchu-Sergio León, conexión letal
Ya se ha hecho alusión previamente a que por las botas de Kubo pasaron muchas de las opciones de la Real Sociedad. El japonés se echó al equipo a la espalda ofensivamente en la primera mitad, en la que comandó varias internadas a través de la banda derecha que supusieron un quebradero de cabeza imposible para sus rivales.
Más de un disparo suyo acabó en "uy" y también se le vio sorprendiendo al aparecer por el costado contrario del área. El Valladolid, como respuesta, anotó su matrícula para contenerle cuando mejor estaba. En la segunda parte, ya sea por cansancio o porque Pacheta remachó su idea defensiva en el descanso, dejó de brillar.
Como, por lo general, los de Imanol no estaban especialmente achispados en ataque, el grupo fue perdiendo claridad rumbo a los compases finales, en los que se dio el típico arreón del equipo que va por detrás en el marcador. En el ecuador de los 45 minutos finales, como contraparte, hubo opciones para que los blanquivioletas ampliaran su ventaja.
Aguado o Gonzalo Plata, dos de los revulsivos del día, tontearon con el 2-0 y, como la Real en su empeño de conseguir el empate, se quedaron con las ganas. De todos modos, con la conexión letal entre Monchu y Sergio León de la primera mitad, bastó para cosechar los tres puntos. Su jugada merece un aparte.
El '8', desde la línea de atrás, divisó un desmarque de su compañero a la espalda de la zaga. Con precisión quirúrgica, dispuso un envío en largo con pierna derecha bombeado e ideal de potencia para que el '7' lo alcanzara ya en la caja de Remiro. Entonces, cuerpeó con Le Normand, ametralló el palo corto y obró el 1-0, con el que el Pucela venció un partido trabajado ante un rival de la nobleza.