Esta temporada 2018-19 es la primera desde hace una década en la que no habrá choques entre Leo Messi y Cristiano Ronaldo en España. Ambos pueden verse las caras en la Champions League, algo que también hicieron con Manchester United y Barcelona antes de que el luso llegara al Real Madrid, pero en el plano de los 'Clásicos' parece que no chocarán nunca más.
Durante los últimos diez años han alternado el protagonismo en los Barça-Madrid, con Leo Messi sobresaliendo especialmente en el Santiago Bernabéu y con Cristiano Ronaldo dando lo mejor de sí mismo en el Camp Nou.
Sin embargo, la primera vez que se vieron las caras en Liga, no pudieron ser el factor desequilibrante para sus equipos. Un 29 de noviembre de 2009, la primera vez que Messi y Cristiano chocaban como líderes de Barcelona y Real Madrid, fue Zlatan Ibrahimovic el que acabó decidiendo el 'Clásico'.
El Barça, que llegaba por detrás en la clasificación tras cosechar dos empates, era el vigente campeón de Europa y recibía al Madrid de los 'Galácticos' 2.0. Con Pellegrini a los mandos y Cristiano, Kaká, Benzema, etc. el partido se vendió como una revancha del portugués, que había caído en la final de la Champions ante el Barça de Messi con el Manchester United sólo unos meses atrás.
El argentino, que llegaba justo tras atravesar la semana con molestias, no brilló, como tampoco pudo hacerlo un Cristiano Ronaldo al que le costaría bastante pillar el punto a los 'Clásicos'. Aquel día, Guardiola optó por refrozar el centro del campo con Keita en lugar de Ibrahimovic, sorprendente suplente tras ser el fichaje estrella del club en verano.
El sueco entró al poco de comenzar la segunda parte por Henry y enseguida firmó, a centro de Dani Alves, el único tanto del partido. Su volea quedó para el recuerdo como uno de sus tantos más importantes y, dada la igualdad de aquel campeonato, acabó siendo decisiva para que los 'culés' ganaran la Liga.
Desgraciadamente para él y para el club, su historia en el Barcelona no funcionó, pero ambos pueden recordar con cariño cómo un día le robó el show a los dos mejores jugadores del planeta.