En Santander su nombre es muy recordado. Durante cinco temporadas hizo las delicias de los espectadores que acudían a El Sardinero, que disfrutó de su fútbol entre las campañas 2000-01 y 2004-05.
Al final de la misma puso rumbo al Valencia, su aventura más sonada a lo largo de una trayectoria deportiva de tres lustros que le llevó también por Nacional, Murcia, Aris Thessaloniki, Lanús, Racing de Avellaneda, Defensor y Cerro.
Mario Regueiro, ahora con 41 años, cumplió en la vida su gran sueño de ser futbolista. Durante años todo iba sobre ruedas, pero ni las grandes estrellas están a salvo de los golpes de la vida.
La tragedia, tal y como recuerda 'Olé', atizó sin piedad al ex jugador. Dos sobrinos suyos fueron asesinados en 2011 en un ajuste de cuentas y una sobrina perdió la vida en un accidente de tráfico dos años después.
Este drama provocó que su hermana terminara suicidándose, algo que hizo caer a Regueiro en una profunda depresión y le obligó a alejarse de los terrenos de juego.
"No tenía ganas de salir a la calle, me quería encerrar, tirarme a la cama y ni ver a mi mujer ni a mis hijos. Estaba enfermo. Fue muy duro para mi familia", explicó el jugador.
El charrúa se puso en manos de especialistas médicos y, tras casi tres años de pelea, logró emerger de ese pozo y regresó para una última aventura en el fútbol.
"Yo quería que mis hijos me vieran cerrar mi etapa en el fútbol dentro de una cancha y no en una clínica", explicó.
Ahora, años más tarde, el que fuera jugador de Racing o Valencia trabaja en una juguetería que montó junto a su esposa. Su nombre resume a la perfección el estado actual de Regueiro: 'Toy Feliz'.
"Fue la mejor decisión que pude tomar. Me ayudó a salir adelante. A mantener la cabeza ocupada. Pasé de patear pelotas a envolverlas para regalo. Ahora soy feliz y me divierto en la vida", comentó un futbolista que volvió a sonreír tras ganar su gran batalla contra la depresión.