El Atlético de Madrid sigue en la cresta de la ola. Subido a Antoine Griezmann, el conjunto rojiblanco se hizo con tres puntos importantes en la lucha por el subcampeonato.
El encuentro podría haber acabado tanto en goleada 'colchonera' como en empate de un Almería que resistió cual jabato y aguantó hasta el tramo final para meter el miedo en la hinchada del Metropolitano.
En el día en el que todos los ojos estaban puestos en Correa, fue Antoine Griezmann el que cogió el timón del barco de Simeone. Pocos partidos más completos que este ha jugado el francés, que a punto estuvo de coronarlo con un 'hat trick' y una asistencia.
Suyos fueron los dos goles rojiblancos en la apacible tarde de domingo y, de no ser por Fernando y por falta de puntería en algunas acciones, el número de tantos pudo haber sido mayor.
Sorprendió el Atlético a balón parado. Los dos más pequeños -Correa y Griezmann-, fabricaron el tanto que el francés marcó de cabeza para dar alas a un equipo que sueña con el subcampeonato.
No hubo reacción del Almería, que sin embargo se encontró con un gol casi sin quererlo. Un error de Correa, que regaló el balón a Baptistao, lo aprovechó el brasileño para llegar al área y buscar a Luis Suárez, pero antes de que eso ocurriese, Giménez le dio sin querer y elevó el balón por encima de Oblak para poner el 1-1.
Pese al empate, no se amedrentó el Atlético de Madrid, que vive en una nube desde hace varias semanas. Todo lo que le puede salir bien, le sale bien. Y con un Griezmann en tal estado de forma, es más fácil.
El francés aprovechó una gran jugada colectiva para firmar su doblete, el gol número 151 con la camiseta del Atlético de Madrid y poner de nuevo a su equipo por delante.
Todo aquel que viese el partido, no se puede creer el final. El Atlético mereció ganar por cuatro o cinco goles, pero se encontró o bien con Fernando, o bien con la mala puntería. La distancia pudo aumentar si Díaz de Mera hubiese pitado un penalti, a priori claro, por mano.
Con el 2-1 y el tramo final del partido, Rubi hizo dar a su equipo un paso adelante, y el Atlético, como antaño, se replegó y dejó crecer a su rival. Tanto, que el empate tampoco hubiese sido inmerecido de ver los últimos diez minutos.
Hasta tres penaltis reclamó el conjunto indálico en el tramo final del partido, pero ninguno cayó en la saca. Ni siquiera una mano tan clara como inconcebible de Giménez que se libró por un fuera de jugo previo.
Finalmente, el Atlético supo sufrir y se llevó los tres puntos merced a un Griezmann que tiene que dejar ya el sobrenombre de Principito para empezar a ser el rey.