Es usual que, después de los partidos, los jugadores se intercambien sus camisetas. Pero Haaland lo hizo con el árbitro después del encuentro entre el Borussia Dortmund y el Bayer Leverkusen de la última jornada de la temporada. El colegiado, Manuel Gräfe, de 47 años, había dirigido su última cita como profesional.
De ahí que el noruego se le acercara y le pidiera la camiseta. El juez, entre risas, no dudó un instante y se la ofreció. Él, por supuesto, se quedó con la del delantero, que se ha convertido en uno de los puntas más destacados de todo el planeta. Puede que, con el tiempo, el valor de la elástica se dispare si mantiene el nivel.
Mientras conversaban, los compañeros de ambos -linieres, futbolistas...- ocuparon el centro del campo con un claro tono amable. Expusieron de cerca sus pareceres acerca de la campaña, cuya resolución afrontaban a sabiendas de que ambos conjuntos se habían clasificado ya para competiciones europeas.
Volviendo a Manuel Gräfe, nació en Berlín y comenzó su carrera en 2001, en la segunda categoría del fútbol alemán. En 2004, dio el salto a la élite; en 2007, adquirió su licencia FIFA, que le permitió arbitrar enfrentamientos internacionales; dejó de hacerlo en 2018, desde cuando se centró en la Bundesliga hasta su retiro en el feudo del Borussia.