El Dépor quiso jugarle el partido al Sevilla, en el Pizjuán, de igual a igual. Y lo logró, pese a que el resultado diga lo contrario. Lo logró hasta que Marcuccio introdujo el cambio que decantaría definitivamente el partido para los locales.
Pero no adelantemos acontecimientos, porque la primera parte resultó ser muy entretenida, pese a la falta notable de goles. Los primeros minutos marcaron la tónica general del encuentro.
El Sevilla quería dominar el partido, mientras que el Dépor se defendía y contragolpeaba. A cada contraataque del Dépor le seguía un ataque del Sevilla, y el encuentro pasaba a ser, por unos minutos, una eléctrica sucesión de ataques con más intención que peligro real.
Así, con un partido de réplica tras réplica, cuando parecía que de ese modo terminaría en tablas el primer tiempo, llegó el gol. Inesperado, todo sea dicho, porque hoy las defensas estaban siendo muy fiables, y si no, siempre estaban detrás los porteros.
Pero si bien la del Dépor parecía más sólida que la del Sevilla, que evidenciaba carencias cuando su centro del campo no ayudaba en tareas defensivas, fue la visitante la que concedió el gol.
Nolito aguantó el balón ante el acoso de los centrales rivales dentro del área, y por el rabillo del ojo vio la internada de Ben Yedder. En un visto y no visto, el balón le llegó al francés, quien a quemarropa no perdonó, y mandó al descanso el partido dando la victoria momentánea a los suyos.
El tanto no afectó al Dépor, que nos deleitó con otra segunda parte cargada de fútbol rápido, de ocasiones con un relativo peligro, pero poco a poco comenzó a desinflarse.
Los cambios fueron clave. Mientras el Dépor introdujo un cuarto delantero (entró Florin Andone por Celso Borges y pasó a jugar con un atípico 4-2-4), el Sevilla sentó al ofensivo Franco Vázquez y metió a Krohn-Dehli para marcar músculo en el centro del campo.
La entrada del danés fue determinante, porque su trabajo a la hora de tapar espacios anuló el escuálido centro del campo que le quedaba sobre el césped al Dépor, y encima podía jugar con espacios en ataque.
Como resultado, recibió completamente solo en la frontal de Rubén un balón diez minutos más tarde de entrar, y con un durísimo derechazo batió al portero rival.
Cierto es que a Rubén el balón le botó justo delante, y que iba muy fuerte, pero el arquero del Dépor falló en ese gol, porque se le coló por debajo del brazo, fruto de un mal cálculo a la hora de tirarse a por él. Pretendió detenerlo y no repelerlo, y le salió mal la jugada.
El Dépor intentó reaccionar, pero ya era tarde. Poco a poco el Sevilla había maniatado a su rival, y cuando intentó meter una marcha más se encontró con que no era posible. El partido era del Sevilla sin remedio.
En el tiempo de añadido la diferencia podría haberse incrementado, pero no fue posible. Con dos basta para sumar de tres en tres.