Se supone que las eliminatorias de Champions conllevan una emoción carente en la fase de grupos. Pero en octavos aún se purgan diferencias importantes. Quedó claro en los partidos de ida de Bayern, Manchester o Liverpool. Los muniqueses cerraron el expediente turco en un partido algo hilarante y que les vuelve a marcar la frontera para hacer grandes cosas; la misma que en las últimas ediciones ha resultado un precipicio.
La buena actitud, eso sí, tuvo como contrapartida la lesión de Thiago. A expensas de comprobar si hubo más precaución que miedo en el cambio, se pagó un alto peaje por el 1-3 firmado en el Vodafone Arena.
El Besiktas no creía en la epopeya y el Bayern es muy alemán, no le gustan las fiestas sin piñata ni las cervezas sin alcohol. Así que Heynckes puso un once como si no hubieran quedado 5-0 en la ida, completó pronto el trámite e intentó sestear el rato que pudo.
Goles extraños
La única conclusión clara del choque fue que marcar no supuso ninguna buena noticia. Tanto Thiago como Vágner Love sufrieron, minutos después de anotar, sendos percances que les mandaron lesionados al banquillo. Y el 0-2 llevó la firma de Gönül en su propia portería a los 34 segundos de la reanudación.
El único que pudo sacar pecho fue Wagner. Literalmente. Como un torero, embocó en línea de gol el pase de la muerte de Alaba, ya con el partido hecho trizas en los últimos minutos.
Fue una tarde de meigas en Turquía. También de gatos, que por allí abundan. Uno de ellos interrumpió un par de minutos el choque para carcajada de más de uno. Se posó en una banda, oteó el panorama y se fue a donde le interesaba. Justo la actitud que está empezando a adoptar el Bayern en esta Champions. Con el Madrid de nuevo renacido y muchos ojos en el Barça, igual este año le viene bien ese rol de tapado.
A pensar en otra cosa
A expensas de lo que diga el sorteo de cuartos de final, y con la rúbrica de Heynckes en el banquillo, el último entrenador que le llevó a levantar la Champions, se dispone a plantar batalla en los metros finales.
Lewandowski, otro de los que acabó reservados, no mostró mucho afán por lograr los dos tantos que le faltan para entrar en el club de los diez mejores goleadores históricos de la competición.
Thiago le tomó el testigo entrando por sorpresa desde atrás para silenciar el Vodafone Arena y mitigar las fuertes patadas que dio el Besiktas en los primeros compases. Una de ellas, de Erkin, fue la que le llevó de manera anticipada al banquillo.
A falta de ambición por remontar o por hacer más grande la herida, quedaron los goles de vídeo casero. Si el tanto en propia puerta de Gönül aún estaba en la retina, un fallo de Alaba sacando el balón acabó con el cuero en el área para Vágner Love. El brasileño, muy envejecido ya en todos los sentidos, se resbaló cuando intentaba rematar, pero lo hizo ya cuando parecía más un motociclista en una curva que un delantero. Aun así, le valió para superar a Ulriech.
Habrá que esperar hasta los cuartos de final para ver a un rival que pueda poner en serios apuros al Bayern. Y que le haga sacar los tanques que no expuso frente al Besiktas. Esta eliminatoria fue de 8-1.