Atlético de Madrid y Oporto protagonizaron un encuentro que centró toda la emoción en los minutos finales. Tras un guion plano y conservador, algo que no extrañó, llegaron tres goles en los nueve minutos de añadido. Mario Hermoso marcó el 1-0 en el 91' y provocó un penalti un tanto inocente en el 96' que lo dejó todo en unas tablas que ya olían de mucho antes, aunque aquel tufo era claramente a 0-0. Sin embargo, Griezmann, ya en el 101', destrozó esa 'X' para darle los tres primeros puntos continentales del curso a los del Cholo Simeone.
Antes del choque, los amantes del gol, del fútbol ofensivo y de la locura sabían perfectamente que este no era su plan ideal. El curso pasado, el 0-0 reinó como parecía que haría en esta ocasión. Primera jornada, tiempo de tanteo, un Atlético que sigue buscando su mejor versión, un Oporto con dudas tras un serio batacazo en Portugal y el ya conocido gusto de Simeone y sus prioridades en esto del fútbol, por ejemplo, eran demasiadas señales para pensar en un 4-4.
El 'resultado gafas' 'okupó' el marcador hasta el añadido. La realidad es que apenas aparecieron voluntarios para 'desokuparlo'. El inicio de los rojiblancos fue mejor, pero pronto se daría cuenta el público de que el juego no fluía como las primeras sensaciones prometían.
No fue tampoco el Oporto un equipo de la Bundesliga o la Ederivisie que se liase la manta a la cabeza y fuese a ver una y otra vez a Oblak. Sin embargo, su gestión del resultado sí que fue madurando y creciendo hasta ser muy superior a su rival en la segunda parte. Parecía tener un plan y esperaba resultados. En cambio, el Atleti daba la impresión de llegar a su techo de producción, de velocidad y de chispa.
Solo las tuvo Joao Félix, que alegró al asistente con varias pinceladas sobre el verde, pero estuvo lejos de ser decisivo. De hecho, solo cuatro privilegiados pueden ser relacionados con intentos más o menos peligrosos en todo el primer tiempo. Carrasco chutó por encima del larguero una falta en el 8'; Otavio, en el 13', probó suerte con un lanzamiento desviado desde la frontal; Taremi se topó con el cuerpo de Oblak en el primer palo en un remate-pase de la muerte que abortó el portero; y Koke, ya en la recta final, le pegó con más potencia que colocación y mandó el balón a las manos de Diogo Costa.
La roja que frenó a un Oporto superior y acabó con el olor a 0-0
El comienzo del segundo tiempo poco tendría que ver con el desarrollo del mismo. Koke, que no anduvo fino en la ocasión que tuvo, sí acertó con una definición ajustada a los 50 minutos desde fuera del área. Pase a la red, previo beso al palo, para poner un 1-0 que poco duró en el luminoso. De Paul, en el inicio de la acción, estaba en fuera de juego.
Empezó a ser más ambicioso el Oporto a partir de ahí. El Atleti cortocircuitó. Es como si ese gol anulado estuviese presupuestado como gol válido y, claro, el escenario ya no se correspondía con lo ensayado. Los de Simeone perdieron el balón y el territorio y los portugueses comenzaron a rondar con peligro a Oblak.
Tuvo que volar el esloveno en el 54' para salvar un disparo de Eustaquio que se colaba muy cerca del palo. Seguía apretando el equipo visitante e intentó remediarlo Simeone con los cambios. A nadie sorprendió que entrase Griezmann en el 61', aunque no era el primer cambio del choque. Tan poco le había gustado al Cholo el viento que anunciaba la mejoría lusa que metió a Lemar y De Paul por Carrasco y Nahuel Molina al descanso.
Llegaron, entonces, los mejores minutos de los de Coinceiçao. En solo 2', tuvo tres acercamientos más que peligrosos que provocaron los silbidos, las dudas y los miedos en el Metropolitano. Eustaquio disparó fuera por poco; Joao Mario, solo en el segundo palo, se topó con un salvador Oblak cerca del palo; y de nuevo Eustaquio lo intentó, pero la defensa bloqueó su disparo.
En el 70', Oblak tuvo que mancharse una vez más. Fue al suelo el portero para palmear un balón que ya hacía relamerse a Evanilson. Tocó la bola justo a tiempo para evitar el remate, en el área chica, del '30'. El Oporto se negaba a salir del área del Atleti y ya comenzaron a firmarse algunos empates desde la grada local.
De hecho, por momentos se temió por un penalti en el 81' para el Oporto. Pero lo que acabó ocurriendo fue una segunda amarilla por piscinero para Taremi que lo cambiaría todo a 20 minutos del final. Sí, a 20, porque al final se añadieron cerca de 12 minutos en el Metropolitano.
El añadido que obligó al 0-0 a dejar de serlo
Realmente, bien podríamos haber empezado y acabado por aquí la crónica. Y es que fue lo que de verdad llenará minutos de radio y los resúmenes del encuentro. Pese a quedarse con diez, pasó buenos minutos el Oporto frente a un Atlético que parecía estar disfrazándose: tenía que pasar del ramplón equipo dominado de los últimos minutos al favorito que, con uno más, tenía que volcarse.
Llegó ese arreón en el añadido, que fue de nueve minutos en un principio. Mario Hermoso, que había entrado en la segunda parte por Morata, se convirtió en el protagonista absoluto en solo cinco minutos. En el 91', marcó el 1-0 en una jugada un tanto afortunada, pero que ya había intentado poco antes. Recibió de Correa en la frontal, amagó para quitarse de encima a Bruno y tiró entre Joao Mario y Pepe. Rozó en el primero y el tiro se convirtió en una vaselina que superó a un impotente Diogo Costa.
Lo celebró con la afición con la que tuvo sus más y sus menos. Pero esa alegría y euforia se ahogaron en el 96'. Hermoso quiso controlar en el área, pero, tras amortiguar la bola con el muslo, esta le dio en la mano de manera incomprensible. Arrancó a correr y se olvidó de que tenía brazos, quizás. Sea como fuere, penalti para el Oporto.
A punto estuvo Oblak de aguarle la fiesta a Uribe. Este le pegó al palo izquierdo del portero, abajo, pero, pese a que rozó el disparo, no pudo evitar que entrase llorando en la portería. Y así llegó un 1-1 que apenas tuvo tiempo de contemplar las vistas desde el luminoso del Metropolitano.
Witsel peinó un córner, la última para los locales, hacia el segundo palo, donde apareció Antoine Griezmann. De cabeza y casi a placer, el francés marcó el gol de la victoria e hizo enloquecer a una afición que, por momentos, olvidará el cinco raspado, y con suerte, que sacó su equipo solo unos minutos antes.