A veces no sabe qué es mejor si la jugada o el gol. Eso es lo que ocurrió en el tercero que el Manchester City le endosó al West Ham en el minuto 34 de partido, esta vez obra de Sané.
El equipo de Pep Guardiola tenía arrinconados a los 'hammers' hasta que a Sterling le llegó un pase aéreo y, de primeras, se la puso a Sané. El delantero no se puso nada nervioso.
Con una jugada con pocos toques, el alemán controló en el punto de penalti y con la sangre fría de un jugador de su talla tumbó al defensa con un quiebro.
Sané se acomodó el balón y con la pierna contraria batió a Fabianski con un disparo raso ante el que nada pudo hacer el portero del West Ham. De museo.
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