El Almería hace los deberes tarde, pero los hace, en el Carlos Belmonte

Los deberes están hechos. Tarde, pero están hechos. El Almería derrotó al Albacete en el Carlos Belmonte en un enfrentamiento que se le pudo escapar perfectamente por cómo permitió que su rival buscara y buscara el empate. El testarazo de Cuenca en el tramo final resolvió esta carencia.
Y es que habrá muchos aficionados que no entenderán por qué los andaluces no dieron un pasito adelante antes. Sus combinaciones salían mejor, sus llegadas eran de más peligro y sus internadas ponían mucho más en apuros a los zagueros locales que los visitantes a los suyos.
Los de López Garai, por contra, tenían serios problemas para plantarse ante Makaridze. Ortuño insistía, Álvaro Jiménez tiraba de calidad para tratar de desatascar la situación y, al final, el gol solo llegó gracias a un error del guardameta rival -y a lo listo que fue Manu Fuster provocando el penalti-.
Antes, fue la defensa del Albacete la que erró fatalmente, aunque todo nació de un mal pase atrás de Diamanka fruto de las dificultades por las que pasaba el equipo para avanzar con la bola. Sadiq robó la cartera, Gorosito -que hasta entonces estaba jugando bien- le derribó con una entrada por detrás y Corpas convirtió la pena máxima.
Desde entonces, el Almería fue dejando jugar a su contrincante, que, de tanto insistir e insistir, acabó firmando las tablas desde los once metros. Álvaro Jiménez se resarció así de dos buenas ocasiones que tuvo antes y que no fue capaz de mandar al fondo de las mallas.
Tocaba reaccionar en el bando andaluz y todo salió a pedir de boca. El conjunto demostró que, como estaba ocurriendo antes del tanto de penalti de Corpas, si apretaba, era superior, y Cuenca canalizó esta sensación con un gran gol de cabeza que mandó los puntos a casa.