Italia se impuso a Austria con más sufrimiento del esperado. Con mucho más sufrimiento del esperado. Tanto que el partido tuvo que irse a la prórroga para decidirse, un tiempo extra que tuvo todas las emociones que le faltaron a los primeros 90 minutos.
Cero goles se vieron en el tiempo reglamentario. Algo difícil de creer al ver los primeros minutos de la favorita. La 'Azzurra' llegaba al partido con el cartel en mayúsculas que la acreditaba como la opción lógica para estar en cuartos de final. Su impecable fase de grupos, su racha de invicta e imbatible y las sensaciones defensivas y ofensivas así lo estipulaban.
Pero si el fútbol es caprichoso, una Eurocopa lo es aún más. En un torneo corto, los carteles de favoritos tienen peso, pero también son armas de doble filo. Es lo que le pasó a una Italia tan superior en el arranque como extrañada y superada en la segunda mitad al ver que Austria resistía el 0-0 y que, además, asustaba a Donnarumma.
Spinazzola fue lo mejor de los transalpinos en la primera mitad. El lateral sigue demostrando que es una de las sensaciones del torneo. Pisó área, meneó el árbol y recogió buena parte de los frutos que encontró su selección. Suya fue la primera del partido, con un zurdazo desviado desde el flanco zurdo del área.
Insigne se coló por el mismo sitio poco después para soltar un intento de derechazo que quedó en 'derechito'. Bachmann atrapó con pocos problemas. Seguía creciendo Italia con el paso de los minutos y el meta austriaco dejó su mejor intervención en el 16', con un pie salvador ante el remate de primeras y desde atrás de Barella.
Se vivía constantemente en el campo de Austria, pero los de Foda se estiraron antes del 20' con un duro remate de Arnautovic que se marchó por encima del larguero de Donnarumma. Respiraban los centroeuropeos y enseñaban los dientes tras el inicio arrollador de su rival.
El palo de Immobile y el palo de Italia
A partir de ahí, a Italia le costó mucho más. Es como si el hecho de no cumplir las expectativas de la mayoría le supusiese una piedra más en la mochila cada cinco o diez minutos. La lógica y sus llegadas decían que el 0-0 ya era algo raro. Y la confianza que le daba seguridad se tornó en ansiedad.
Ya no mandaban los de Mancini. Había ataques alternos, fases para cada uno. Aunque todo pudo cambiar con el zapatazo de Immobile a la cruceta. Desde la frontal y pensándolo poco. Del palo del delantero se pasó al palo de Italia. Porque ver cómo fue envejeciendo en su juego con el paso del reloj fue un auténtico palo.
Antes del descanso, Austria ya sacaba pecho y salía de la cueva. Aunque Spinazzola tuvo tiempo para otra llegada peligrosa, pero ya el rodillo no era más que una brisilla agradable. Y de vez en cuando, nada de constancia y agobio al rival.
Austria vivió sus mejores minutos en el arranque. Alaba lanzó por encima de la barrera y de la portería una falta muy deliciosa en la frontal. Conociendo el cañón que tiene por pierna, muchos esperaban un trallazo al palo de Donnarumma. Pero eligió una fórmula que no dio resultado.
Italia no lograba colarse entre las rendijas del sistema defensivo austriaco. Las había. No era ese equipo sellado atrás. Pero parecía que eran trampas, ya que los de Mancini nunca encontraban premio en los callejones que Insigne, Berardi e Immobile se metían.
Sabitzer, pasada la hora de juego, tuvo una clara ocasión, pero la defensa desvió su disparo desde la frontal. No se fue muy lejos del palo el esférico. Arnautovic remató tras el córner y Donnarumma se manchó los guantes por primera vez. No era un gran peligro, pero se intuía que algo podía pasar.
Y pasó. Pasó que marcó Austria en el 65'. Alaba ganó un balón aéreo a Di Lorenzo y cabeceó al centro del área, donde Arnautovic, de cabeza y tras mandarla al larguero, puso el 0-1. Sorpresón. La grada visitante enloqueció y los italianos no salían de su asombro. Aunque el VAR los sacó al comprobar que el '7' estaba ligeramente adelantado. Fuera de juego.
Italia no se recuperó del susto. Locatelli, que entró en la segunda mitad, con un tiro lejano y alguna mala decisión de Berardi fueron todo lo que dejó en ataque un equipo que veía cómo su rival se lo creía. De hecho, las sensaciones austriacas fueron mucho mejores en la recta final.
Sin embargo, ni el miedo de uno ni la ilusión de otro fue determinante en el marcador. El pitido final dejaba la primera prórroga de la Eurocopa, un tiempo extra que encerró toda la emoción que faltó antes. Al menos, en lo que a goles se refiere.
El banquillo salva a Italia
Mancini había metido a Chiesa y Pessina en la segunda mitad. Y ambos hicieron honor a eso de ser el revulsivo. El de la Juve solo tardó cinco minutos en abrir la lata. Recibió en el segundo palo, quebró a su marcador con la derecha y batió por el segundo palo a Bachmann con la izquierda.
Estalló la afición, los jugadores y el banquillo. La tensión se convirtió en gritos de gol. Algo que crecería aún más poco antes del descanso de la prórroga.
Pessina remachó en el área un balón que parecía empujar a Italia a los cuartos de final. Con la derecha, cruzó su remate y puso el 2-0 en el marcador en el 105'. Parecía todo resuelto por la vía rápida dentro del camino lento. Pero aún quedaba un arreón de Austria.
Kalajdzic entró entre el primer y el segundo gol italiano. El espigado delantero acabó siendo clave para que su equipo soñase con el pase. Bajó balones que supusieron bombonas de oxígeno e ilusión para los suyos. Se volcaron los austriacos y Sabitzer falló una clara ocasión cerca del palo. Con la zurda, la mandó a las nubes cuando tenía mucho más peligro que ese resultado.
Schaub, también suplente, hizo volar a la cepa del palo a Donnarumma. Mano dura y paradón del portero. Tuvo otra Schaub antes del 2-1, pero tenía que ser el 'gigantón' Kalajdzic el que hiciese el tanto.
Remató un balón a media altura para recortar distancias. Fue a la salida de un córner, extrañamente botado con poca altura al primer palo y extrañamente cabeceado en esas circunstancias por el altísimo punta. Pero ni la defensa ni Donnarumma pudieron evitar la emoción final.
Gregoritsch, en el 117', tiró desviado desde la frontal lo que muchos soñaron con que fuese el 2-2. En la siguiente acción, Chiesa estuvo a punto de sentenciar, pero el destino quiso que el 2-1 no se moviese y que Italia ya espere rival en cuartos: Portugal o Bélgica.