Ya pueden cambiar entrenadores, jugadores o directivos que un Borussia-Bayern es un Borussia-Bayern. Los dos equipos más fuertes de Alemania en los últimos años nos brindaron un maravilloso espectáculo que coronó al Bayern -esa famosa 'flor' de Ancelotti- y condenó a un Borussia que lo tuvo en la mano y que volvió a perder.
Los locales -el Borussia jugó como local por ser el ganador de Copa- comenzaron mucho más centrados. El Bayern, perdido en discusiones y dudas, se durmió y regaló el 1-0 a los locales cuando aún no se había cumplido el primer cuarto de hora.
Vidal se durmió, Javi Martínez no despertó y Pulisic madrugó a Ulreich con un buen mano a mano. Los de Bosz se gustaban y pudieron poner tierra de por medio, pero no mataron al Bayern y los bávaros crecieron.
Juego directo del Bayern.
Lo hicieron apelando a un fundamento rudimentario, los balones a la espalda de la defensa del Borussia. La zaga amarilla jugó a la ruleta rusa con el fuera de juego y encontró la bala que propició el empate. Kimmich entró en línea -lo confirmó el VAR- y Lewandowski no perdonó en el área pequeña.
El Bayern se rehizo con el empate y acabó embotellando al Borussia en la primera parte. Pero los de Ancelotti no contaban con Burki, que dio un auténtico recital de paradas para mantener con vida a los suyos en el primer acto. El resto lo hizo la inoperancia de un Bayern que seguía empeñado en discutir, como cuando Müller le recriminó a Lewandowski un mal pase en un contragolpe.
Partido más equilibrado.
Tras el descanso, Bosz reconoció su error. Quitó a Dahoud y metió a Rode y el partido ya no se jugó de área a área. El Borussia empezó a defender (algo) y poco a poco se hizo con el control de la situación.
Sin embargo, tras varias acciones bien maduradas y culminadas por Gonzalo Castro, el tanto de los amarillos llegó a lo loco, en un contragolpe. Lewandowski falló incomprensiblemente un mano a mano escorado y, tras intentar pasar a un compañero en vez de tirar, regaló el contragolpe a los locales.
En la otra área, Aubameyang no perdonó y, de vaselina, puso el 2-1 para los de Dortmund. Quedaban apenas 20 minutos, que el Borussia controló bien. O al menos lo hizo hasta el fatídico minuto 88.
Cuando la afición ya celebraba el título, una falta absurda de Passlack a Kimmich le permitió poner el balón en el área al Bayern. El remate de Sule se estrelló en el larguero, pero la fortuna quiso que un tiro en semifallo de Kimmich se lo introdujeran en su propia portería entre Piszczek y Burki.
¿Lotería? de los penaltis.
Penaltis y lotería en la que Ancelotti siempre tiene boletos de más. Tuvo Rode la victoria de los suyos tras el fallo de Kimmich, pero falló y le puso la guillotina en el cuello a un Bartra que lanzó con miedo y entregó en puente de plata el título a un Bayern que huye por él de la crisis. Una crisis que ya es historia.