Ahí está la candidatura del Bayern. Sólida y fiable, como históricamente lo ha sido. Ha habido años de duda, de morir en la orilla con eliminaciones inesperadas. La dictadura en la Bundesliga fue maquillaje a la hora de la verdad europea. Pero esta oposición tiene buena pinta. No doblegó al Sevilla en su casa, en la vuelta, porque a su buena dinamita le faltó mecha. Sin embargo, el triplete queda ahora una calle más cerca.
No mereció la eliminatoria un final sin goles. Uno del Bayern habría cercenado la ilusión, aunque premiado los méritos alemanes; el del Sevilla habría aportado la taquicardia que hubiese puesto el broche de oro a la eliminatoria, que comenzó con el Sevilla en cabeza.
De ida y vuelta
El partido fue de dos capas superpuestas. En clave local, el equipo de Heynckes fue muy alemán. Abusivamente alemán. Pero su facilidad habitual de cara a puerta no fue tal, y eso permitió al Sevilla tener aire, aunque fuera jadeando.
Esa fue la otra capa del choque, la victoria sicológica de los sevillistas por estar en pie. No es un equipo permeable el bávaro, pero el Sevilla, tras cada revolcón, tuvo arrestos y piernas para encontrarle grietas. Sin probar demasiado a Ulreich, en todo momento flotaba la sensación de que podía meterse en la eliminatoria.
Quizá su epílogo estuvo a la hora de juego, cuando Correa se elevó de cabeza para estrellarse con el travesaño. La ocasión de verdad en uno de sus pocos tiros. Pero como el reloj corría y la guillotina no caía, se animó a soñar, aunque fuera con más corazón que ocasiones.
Negados ante puerta
Al Bayern le faltó tino y le sobró Robben. Abusó de una jugada que los defensas se conocen desde hace años. Fue el único que chirrió en el precioso ataque en abanico bávaro. Ahí lució Rafinha, con un partido monumental. Horadando a Jesús Navas, con gasolina de sobra para llegar atrás y ser igualmente decisivo, como hizo ante un Ben Yedder al que le sorprendió por el callejón para dejarle sin mano a mano.
Los alemanes no necesitaban ganar, pero nadie lo habría afirmado. Cuando pone sus cinco sentidos en ello, es un espectáculo verle cargar. Temblaba el suelo, cada avance era una manada de rinocerontes rojos. Ilusionista Ribery, inteligente Lewandowski, eléctrico James, agazapado como francotirador Müller.
Y sólo Soria contra ellos. El chico, que cogió el relevo de Sergio Rico en la ida, acabó la eliminatoria con notable. Él tuvo a su equipo con latido a base de puñetazos, los que le dio al balón para evitar los tantos locales. Sobre todo, un disparo del extremo francés para recordar que el Bayern aún lo puede renovar por varios años.
Todos contentos
El empate dejó una victoria muy política. Ganó el Bayern, su pase a semis y una mochila de confianza para rizar el rizo de la temporada. Venció el Sevilla, con su honrosa Champions y sabedor de que en muchos momentos del doble encuentro fue más que competitivo. Ganó en Old Trafford, salió ileso de Múnich.
El Bayern de Múnich ha levantado la mano, ahora le falta el puñetazo sobre la mesa. Y aunque sus dos tantos para colarse en semifinales llegaron en propia puerta, se planta con un arsenal tremendo comandado por Heynckes, que amenaza con volver a lucir su flor. Como hace cinco años.