Cuando no hay goles, la autopsia del partido se hace más complicada. Se atiende más a los deméritos que a las lecturas globales. Puede lamentar el Betis las ocasiones erradas, sí, que no aprovechó su intenso dominio, pero también debe celebrar las manos salvadoras de Joel y una puesta en escena valiente y compacta en su regreso a Europa.
Es un punto fuera de casa, en una cancha caliente. Pero también ante un rival por debajo de su historia habitual y que acabó con un hombre menos. Las sensaciones serán mejor digeridas si en futuras citas se hace bueno el 0-0 con algún triunfo.
Gianniotis y Joel fueron los hombres de un partido de color bético y sustos rojiblancos. Las manos del debutante bajo los tres palos fueron provindenciales para evitar que los griegos, muy rácanos en su propio feudo, golpearan en sus contadas llegadas.
El Betis marró dos manos a mano, uno en cada parte, como ocasiones más claras. Loren se entretuvo primero; luego Sergio León se llenaría de balón cuando tenía al marbellí en mejor posición.
No entra en combustión
Y es que el equipo verdiblanco aún no encuentra su mecha. Los locos partidos de Setién, repletos de goles y de ida y vuelta, parecen un mal sueño. Este año todo se desarrolla desde la ceguera ofensiva. Un gol en cinco partidos resulta un bagaje preocupante.
Lo Celso fue una de las notas destacadas de la noche. Su presentación en el once titular fue imperial. Mostró potencia, liderazgo, llegada y tiro. Pero el depósito aún no está lleno y acabó difuminado. Su estela se fue apagando, igual que la de Joaquín.
Con Tsimikas expulsado a falta de 20 minutos por jugarse, el monólogo se acentuó. Pero también la torpeza en la definición. Tello, Sergio León, Loren, Canales, Sanabria... se agolparon las llegadas. Pero no había manera.
El retorno a Europa comenzó con un punto que se podrá invertir a largo plazo. Pero a la batuta de Setién le hacen falta pilas nuevas para levantar a un equipo con el grifo cerrrado.