El brasileño que brilló con Wenger y que no aguantó la soleddad

Denilson era una perla en Sao Paulo que dio el salto a Europa con 19 años. Disputó cinco temporadas en el Arsenal y llegó a disputar más de 50 partidos en un mismo curso.
Pero el centrocampista no lo pasó nada bien, pues en Inglaterra se llegó a sentir muy solo tras dejar su vida en Brasil. "Ir a casa después del entrenamiento estaba bien, pero después de un partido y de jugar frente a 60.000 aficionados que me animaban me daba una ducha en el estadio y me iba a casa. Allí estaba solo. Me conectaba al Messenger con la esperanza de hablar con alguien", contó en 'Four Four Two'.
"Ese tipo de cosas me empezaron a afectar, y piensas que no hay nadie alrededor. La gente solo nos ve como profesionales, pero olvidan que también somos seres humanos. Ves el clima y era deprimente y te rindes. Pensé: 'Dios mío, ¿esta es mi vida?' No tienes a nadie con quien hablar, para discutir de cosas más allá del fútbol...", continuó.
A las órdenes de Wenger, en la temporada 2010-11 ya regresó a su país, donde se convirtió en una pieza fundamental en Sao Paulo. Pero en el Emirates Stadium pudo entablar una buena amistad con Gilberto Silva, algo que también le costó.
"Luché mucho con eso, pero no se lo mencioné a nadie. Nunca se lo dije a Gilberto Silva. A menudo me invitaba a su casa y nunca me sentí cómodo. Una Navidad me invitó y no fui. Me quedé encerrado en casa porque no quería incomodarlo", acabó.