Un equipo 'pequeño' que acabó batallando entre gigantes. La romántica historia de amor del Málaga con la Champions acabó en un agónico recuerdo para todos los aficionados del cuadro costasoleño. Manuel Pellegrini y sus pupilos lograron poner en apuros a los grandes clubes del Viejo Continente.
Todo comenzó con aquel gol de Salomón Rondón al Sporting en la última jornada de la temporada 2011-12. Una plantilla con jugadores de la talla de Santi Cazorla, Isco Alarcón, Joaquín o Julio Baptista confirmaba su pase a la máxima competición internacional a nivel de clubes.
Antes tuvo que pasar la prueba del Panathinaikos en una ronda previa que le dio finalmente acceso a la fase de grupos. El sueño se cumplía. Encuadrado en un grupo con Milan, Zenit de San Petesburgo y Anderlecht, el Málaga consiguió la primera plaza del grupo y un inolvidable billete a los octavos de la Liga de Campeones.
Ni siquiera el 1-0 que encajó en Oporto pudo con el equipo de Pellegrini. En la vuelta, un gol de Isco y otro de Roque Santa Cruz, en la segunda mitad, fueron suficientes para que el conjunto andaluz se colase entre los ocho mejores equipos del continente. Y, entonces, llegó el Borussia.
Los germanos firmaron un auténtico partidazo en La Rosaleda, pero el 0-0 dejaba todo abierto para el encuentro de vuelta en el Westfalenstadion. El inicial gol de Joaquín puso contra las cuerdas al Borussia, que logró empatar con un tanto de Lewandowski. A falta de ocho minutos para el final, Eliseu marcó el gol con el que casi todos daban por hecho el pase del club blanquiazul. Pero no fue así. Reus empató en el 91' y, en el 93', Santana colocó el 3-2 final en una jugada que acaparó toda la polémica.
5 de marzo de 2019
Una dolorosa forma de caer en la Champions. Casi sin tiempo para reponerse, cuatro días después, el 13 de abril de 2013, el Málaga afrontó su compromiso liguero ante Osasuna en La Rosaleda. Y el fútbol, salvando las distancias, compensó a los blanquiazules en aquel encuentro.
Los de Pellegrini no lograban perforar la portería del conjunto 'rojillo'. Casualmente fue en el 90' cuando Julio Baptista logró marcar el único tanto que subió al marcador en aquel encuentro. Un triunfo casi anecdótico por lo que había pasado días antes, pero que siempre se quedará grabado en el recuerdo de los seguidores 'boquerones' como el 'día después' de la mayor pesadilla de la historia del club.
Ahora, seis años después, ambos conjuntos se miden de nuevo, pero esta vez en situaciones muy distintas. En Segunda División y con la mira puesta en el ascenso por parte de ambos equipos. Los navarros, de conseguir la victoria, podrían ponerse líderes en La Rosaleda, aventajando así a los blanquiazules en siete puntos. Los de Ramón López Muñiz necesitan los tres puntos para no perder cola con los puestos de ascenso directo.
Y el escenario, cómo no, será el mismo que hace seis años: La Rosaleda. El feudo malaguista se vestirá con una de las mejores entradas del año para recibir a un Osasuna que llega más que enrachado a uno de los compromisos más importantes de la temporada.