Más de uno tuvo que frotarse los ojos ante lo que estaba viendo aquel 17 de agosto de 2019. A pesar de los rumores, Bale sería de la partida en Vigo.
Pero no sólo eso. El galés lideró la primera victoria del Real Madrid en partido oficial esta temporada con la asistencia que propició el 0-1 de Benzema.
Allí, en Balaídos, aún en pleno verano, el 'Expreso de Cardiff' cerró de un portazo la puerta de salida y arrancó el proceso de reconquista de la afición blanca.
Desde entonces y hasta nuestro días, los de Zidane han disputado diez partidos en los que Bale ha sido titular en siete; uno se lo perdió por sanción, si bien tampoco participó en las visitas del Levante en Liga y del Brujas en la Champions League, ambas por descanso.
Este último, el 'partido de la discordia', fue el que presuntamente molestó al ex del Tottenham, descontento ante la gestión de vestuario del entrenador galo.
No obstante, hay quien achaca las decisiones de Zidane a su condición de futbolista de cristal. Economizar los esfuerzos del delantero, ahora más que nunca, se antoja un detalle a tener muy en cuenta.
Ahora no cuento contigo, ahora te convierto en una pieza clave del equipo... idas y venidas entre técnico y jugador que no han tenido -de momento- un reflejo sobre el terreno de juego.
El '11' es el octavo jugador con más minutos de la plantilla, por detrás de Casemiro, Kroos, Varane, Benzema, Ramos, Carvajal y Courtois. En definitiva, jugadores con mucha menos competencia en su puesto.
La implicación del galés ha cambiado: en los entrenamientos se le percibe una sonrisa e incluso se le ha podido ver en varios partidos cubriendo en defensa la banda de Carvajal.
Señalado por ser frío a lo largo de su carrera en el Bernabéu, Bale tampoco da muestras de su 'enfado' sobre el césped. Quizás, al terminar el año, el jugador quiera marcharse y el club deba pedirle que se quede.