Hay futbolistas que pese a lo buenos que son en Sudamérica nunca logran brillar en el Viejo Continente. Reyes en la Libertadores o la Sudamericana y carne de banquillo en Champions y Europa League.
El fichaje de Paulo Henrique Ganso por el Sevilla parecía uno de los 'robos' del verano de 2016. Apenas diez millones de euros desembolsaron en Nervión para atar al jugador que mejores migas había hecho con Neymar en Santos.
Lo de Ganso no era flor de un día. El imaginativo atacante se había ido del equipo paulista y él había continuado maravillando a todo Brasil, esta vez desde las filas del todopoderoso Sao Paulo.
Por ello, le costó pasar de jugar más de 4.000 minutos por campaña a tener que jugarse el puesto con otros compañeros. Y encima, en el vertiginoso fútbol europeo, tan poco amigo de su pausa y su toque.
En Sevilla lo pasó mal desde el principio. Su primera campaña no fue más allá de los 16 partidos y los 863 minutos de juego. Hizo tres goles y repartió dos asistencias, pero su fútbol estuvo a años luz del mostrado en el país sudamericano.
La 2017-18 terminó de sepultarle para siempre en el fútbol español. Contó aún con menor participación (once partidos y 734 minutos) y decidió que tenía que probar en otro campeonato. Su última oportunidad en Europa.
Emigró en verano al Amiens, de nuevo a un campeonato en el que conviviría con su colega Neymar. Y sus primeros meses allí tampoco han respondido a las expectativas.
A estas alturas, ha jugado 13 partidos y 607 minutos de juego, bastante más de lo que lo había hecho en España en diciembre de 2017 o de 2018, aunque de nuevo sin ser titular.
Ya con 29 años, no es feliz en el fútbol europeo y quiere poner fin a su cesión en el Amiens para volver cuanto antes a Brasil. Sin embargo, como su ficha en el Sánchez Pizjuán es alta, parece complicado que pueda encontrar acomodo pronto y mucho menos en Brasil, donde la economía de los clubes no es muy boyante.
Mientras Neymar sí que ha conseguido triunfar en el Viejo Continente, su gran amigo ha experimentado la otra cara de la moneda. La de un 'sueño europeo' que tornó en pesadilla.