Los diez minutos de inicio fueron de lo más tácticos. Como si de un combate de artes marciales mixtas se tratara, los equipos comprobaban la distancia, se tocaban para ver las debilidades del rival y calculaban tiempos. El primer directo fue amarillo: Pedri y Narváez rompieron el hielo con disparos.
Ello dio lugar a un contexto de partido en el que cualquiera de los dos podría haberse adelantado, pues ambos llegaban, pero en el que Las Palmas llevaba la voz cantante por la mayor calidad individual de los suyos. Poco les hacía falta para que un tiro lejano o un centro lateral se envenenara.
De hecho, el único disparo de los locales en la primera mitad fue de Hugo Fraile. El atacante dibujó la típica diagonal desde la banda hacia el centro y chutó con el interior de la zurda buscando el palo largo, pero falló. La igualdad persistió hasta que el colegiado mandó a los protagonistas al descanso.
Los 'kirikos' cambiaron de pleno nada más ordar la pelota de nuevo en el segundo acto. Más incisivos y peligrosos, se hicieron con el control del partido, pero los canarios seguían siendo de alto voltaje. Sus jugadores seguían tirando de su calidad para poner en apuros a Ribas a la mínima.
Alrededor del minuto 75, la polémica se instaló en el Fernando Torres. Primero, Araujo le pisó el tendón de Aquiles a un rival, el VAR lo revisó y el colegiado acabó sacándole la amarilla. Luego, Chico Flores fue a despejar un esférico, pero le acabó propinando una patada en la cabeza a Narváez y fue expulsado.
Para nada condicionó a los madrileños estar en inferioridad numérica: fueron superiores en el tramo final. De nuevo, el contexto era de locura: también podrían haberse llevado los puntos los isleños, pero el colegiado indicó el final de una contienda épica con uno de los 0-0 más engañosos de la competición: fue un partidazo.