A diferencia de lo sucedido en Bélgica, el Genk dio una guerra imprevista a un Liverpool que sesteó tras el tanto de 'Ox' y tener varias ocasiones no materializadas. Fue cuando el Genk se puso farruco y llegó a embotellar al Liverpool, que terminó el partido en su área.
El Liverpool confirmó que domina también el arte de sufrir y sobrevivir a los bombardepos del rival. Sudó más por el empuje, por los balones colgados, que por las ocasiones verdaderamente recibidas en contra. La más clara fue un tiro de Heynen que repelió bien Alisson.
Hasta que el Genk se liberó, consciente quizá de que era la única oportunidad que le quedaba en esta Champions, el equipo de Klopp fue amo y señor del balón, el ritmo y las oportunidades de gol. Tiene el Liverpool un empaque que asusta, permitiéndose incluso el lujo de dar descanso a Firmino y Mané, quizá el hombre de la temporada en clave 'red'.
El equipo inglés merodeó el área belga hasta que Wijnaldum, el chico para todo, cazó un rebote en el pecho de Dewaest. Minuto 14 y el campeón de Europa ya por delante. El Genk no había ni olido la bola.
Alexander-Arnold, Origi, Keita... El bloque de Anfield acumulaba hombres y se procuraba disparos hacia el prometedor Coucke. Nadie acertó y la primera de la escuadra belga fue a la red de Alisson. Un córner a cinco minutos del descanso que Samatta remató sin oposición y con un vuelo propio de avión sin motor.
No perdió la compostura el Liverpool, que contó con varias ocasiones de peligro hasta que Oxlade-Chamberlain, autor de un doblete en la ida, se dio media vuelta e hizo bueno con un tiro raso una buen amago de Salah.
El Genk se liberó de las cadenas en el último cuarto de hora, el conjunto 'red' se centró en gestionar la renta y ni la entrada de Mané logró reactivar el ataque. Alisson sacó una buena a Heynen y De Norre contó con un buen cabezazo.
Poco más hasta la conclusión, aunque el Genk logró que el Liverpool sacara de su área varios balones aéreos peligrosos. Los lideratos se sudan, el Liverpool da fe.