El Getafe y las dos caras del Sevilla FC

El Sevilla FC sabe que el partido en el Coliseum no es un partido cualquiera. Aún le separan seis puntos del descenso, pero encadenar una jornada más sin ganar y con un nuevo parón a la vista por la final de la Copa del Rey puede convertir el ambiente en irrespirable. Los sevillistas han demostrado este curso que con el viento a favor son capaces de todo pero cuando toca remar contracorriente son los primeros en hundirse. La prueba perfecta de ello son los partidos ante el Getafe. 

En la primera vuelta, el Sevilla FC protagonizó uno de sus partidos más oscuros en mucho tiempo. Los de Bordalás le endosaron un 0-3 a los de Nervión. Lo peor no fue el resultado sino la imagen de un equipo que no luchó desde el minuto uno. Aquella imagen terminó por sentenciar a Diego Alonso, que fue inmediatamente despedido sin tiempo siquiera para sentarse en rueda de prensa. 

La suerte de los sorteos hizo que se vieran de nuevo las caras en la Copa del Rey, ya con Quique Flores en el banquillo. Aquel partido se enfrentaba con la ilusión que siempre se deposita en el torneo copero pero también con las reservas por donde venían los de Nervión. El fin de semana anterior el Sevilla FC había perdido 2-3 ante el Alavés y la tensión volvía a estar en su punto más alto, hasta que apareció Isaac Romero.

El lebrijano tuvo en el Coliseum su noche de irrupción en la élite. Dos goles en menos de diez minutos para poner el 1-3 en el marcador y desatar la locura en la marea sevillista que se desplazó hasta allí. En el resto del partido, los hispalenses echaron el cerrojo, empezando a mostrar esa solidez defensiva que han perdido en las últimas jornadas. 

Este sábado tendrá lugar el tercer asalto entre ambos y seguro que nada tiene que ver con los dos anteriores. Los de Bordalás no pueden perder más puntos si no quieren dejar escapar el tren de Europa y el aire de revancha seguro que estará presente. Por su parte, el Sevilla FC debe ser capaz de dejar a un lado las malas sensaciones y volver a la senda del triunfo para tener una jornada de resurrección por adelantado.