Segundo tropiezo del Real Madrid en el Santiago Bernabéu en una semana en la que las desgracias no han venido solas a la exigencia de un equipo muy firme hasta ahora. El equipo de Ancelotti se atranca en un bache tras la Champions en un partido en el que estuvo más tiempo dormido y falto de ideas que despierto. Le faltó chispa, mucha chispa al Madrid.
Y el Girona supo aprovechar la falta de contundentencia blanca, sumado también a una gran organización y concentración del equipo catalán, que anuló al Madrid y que le plantó cara hasta que Vinicius fue capaz de abrir la lata casi sin querer.
El encuentro comenzó con temperatura por las ocasiones de Modric y de Taty nada más empezar, pero poco a poco fue entrando en un estado de somnoliencia y paz que se tradujo en un reparto de la posesión y en ocasiones demasiado esparcidas en el tiempo.
Rodrygo avisó ante un Gazzaniga que metió los dedos para desviar y Camavinga, desde lejos, buscó la escuadra. Pero el Girona no dejó de atacar y Valery pudo abrir la lata con un cabezazo peligroso.
Antes de la media hora, Rodrygo se encontró con la madera en un remate al primer poste y prácticamente ahí se acabó la batería del Madrid. El Girona sí que congeló el Bernabéu porque Yangel Herrera, que se llenó de balón, quiso asegurar tanto que su misil se fue al larguero e hizo temblar los cimientos de la portería de Courtois. Respiró el Madrid y a vestuarios sin más que añadir.
En el segundo tiempo comenzó algo más ofensivo y vertical, si bien tampoco le duró demasiado la nueva pila que colocó Ancelotti con la charla en el tiempo de descanso. A Carvajal se le vio acelerado y al centro del campo despistado, tanto que a Modric y Kroos acabaron con tres amarillas y con el alemán en la ducha antes de tiempo.
Entre todo, Yan Couto y Miguel Gutiérrez acabaron lesionados entre el esfuerzo que supuso ponerse cara a cara ante un Madrid que no por asomo dio la talla porque fue uno de los peores partidos que se recuerdan a nivel ofensivo.
Casi con la tumba abierta, al Madrid se le encendió la bombilla. Qué menos. En una fugaz jugada, Valverde se la pone a Vinicus, que llega desde atrás, en el corazón del área pequeña y este la tiene que empujar para poner el Madrid por delante casi sin querer y sin sudar.
Ancelotti hizo cambios y dio entrada a un Asensio que pasó de poder ser el héroe a llevarse todos los palos. Gazzaniga hizo una de las paradas de la jornada y de la temporada a un remate a quemarropa del balear cuando el Bernabéu ya cantaba el segundo. Tiró de reflejos de felino y de mano de hierro para seguir teniendo al Girona con posiblidades de rascar un punto.
Y llegó la polémica. Melero López paró el partido por una posible mano de Marco Asensio. Fue a revisar la jugada al VAR y el balón parece que da en mitad del cuerpo y mitad del brazo que tien pegado. El trencilla interpreta que es pena máxima mientras el Girona celebraba y el Madrid se echaba las manos las manos a la cabeza. Asensio no se lo podía creer y siguió hablando con el colegiado hasta el pitido final.
Stuani no faltó al compromiso, engañó a Courtois y firmó el empate antes de entrar en una recta final que se hizo más larga con hasta diez minutos de alargue por un pequeño parón producido por Gazzaniga.
Fueron con el corazón ambos equipos hasta el final y el marcador ya no se movió más porque el Madrid le vino largo por la expulsión de Toni Kroos por dos amarillas por dos faltas claras y al Girona le pareció de escándalo ese punto en el Bernabéu.