Todo lo que podía haber ido mal con el tercerto arbitral en el partido entre Huracán y Aldosivi, fue mal. El inicio del partido se demoró por cuestiones que nada tenían que ver con los jugadores.
En primer lugar, la línea interna por la que se comunica el colegiado central con sus asistentes no funcionaba y tuvo que ser revisada durante varios minutos.
Para más inri, cuando el árbitro fue a dar el pitido inicial, se dio cuenta de que le faltaba el silbato. Mauro Vigliano emprendió una veloz carrera a los vestuarios, donde se lo había dejado.
A los pocos segundos llegó con el susodicho pito y pudo dar comienzo al choque en el Ducó.