El Barcelona de Xavi ha gripado. El conjunto azulgrana perdió su segundo partido de la temporada en Champions League y se complica, de sobremanera, sobrevivir en la mejor competición del mundo.
Tiene el conjunto azulgrana una difícil misión. Ha de ganar y remontar el 'golaverage' al Inter en la vuelta si no quiere volver a ese purgatorio llamado Europa League que ya probó la pasada campaña.
Las malas sensaciones mostradas ante el Mallorca se masificaron en el Giuseppe Meazza, ante una grada más viva y un equipo con mayor categoría. Y el Inter, pese a estar en el peor momento de la 'era Inzaghi', sobrevivió a la lucha.
Lo hizo en un partido que dejó marcado a varias personas. Una, a un Raphinha desaparecido que poco, o nada, se pareció al que deslumbró en el tramo inicial de la temporada. El otro, un Vincic que fue protagonista al anular un gol a cada equipo y obviar una mano de Dumfries, en el añadido, que hubiese permitido empatar a los azulgranas.
Un plan medido para defender
Inzaghi, con la 'tranquilidad' de haber sido ratificado antes del partido, vislumbró su plan de partido. Pobló el centro, con un 5-3-2 comandado por Correa y Lautaro, y dejó jugar por bandas.
Picó el cuadro de Xavi, que centró una, y otra, y otra vez sin encontrar a un Lewadowski irreconocible en ataque. El polaco apenas tocó balones durante todo el partido, con los Bastoni o De Vrij sacando cualquier cuero que llegase a tocar siquiera el área de Onana.
Avisó desde el principio también el Inter en ataque, concretamente un Çalhanoglu que a la postre sería el golador. Un derechazo fortísimo, desde 30 metros lo envió Ter Stegen a córner como preámbulo a lo que pasaría en el añadido.
Inzaghi optó por la experiencia, dejó a Asllani en el banquillo y puso al turco, que hizo del tiro lejano un arte imposible de comprender para Ter Stegen. Cazó dos, metió una justo antes de pasar por vestuarios. Antes, el Barcelona se salvó por un fuera de juego milimétrico que impidió un penalti claro de Eric García por mano.
Acción sin reacción y polémica servida
El paso por los vestuarios solo sirvió para refrendar que ni el centro del campo estaba fresco, ni Raphinha pensando en el partido de Milán. Xavi lo vio rápido y metió a Ansu Fati, volcando de nuevo el juego por la banda de Dembélé.
El cronómetro llevó a volcar el juego por completo al área de Onana. El asedio del Barcelona llegó mientras los segundos pasaban y, en la zona restringida, le 'quitó' dos goles al Barcelona.
Uno, por una mano involuntaria de Ansu Fati, tras un mal despeje de Onana, que convirtió Pedri a placer. El colegiado, tras ser avisado en el VAR, anuló el tanto azulgrana, pese a que la norma indica que al no ser tanto de Ansu Fati, y ser involuntaria y en posición natural, tenía que haberse dado.
La mayor de las polémicas llegó con el tiempo cumplido, en el añadido y con una jugada que se tuvo que ver con lupa. Un movimiento extraño de Dumfries fue seguido de las protestas de un Barcelona que pidió penati por mano. Ni el colegiado, en directo, ni el VAR, con las repeticiones, vieron con claridad una infracción por el que todo el barcelonismo clamó a los cielos.
El Barcelona se mete de nuevo en un purgatorio del que quiere escapar la próxima semana. Solo le vale la victoria, y por más de un gol, si no quiere verse abocado de nuevo a jugar los jueves.