El Liverpool de Klopp volvió a sacar el rodillo. Los 'reds' mostraron su mejor versión futbolística este domingo en la undécima jornada de la Premier league, en la que se enfrentaron a los Wolves de Nuno Espírito Santo.
Con su famoso tridente formado por Mané, Salah y Firmino en la línea de ataque, aunque con el enchufado Jota en el banquillo, el equipo de Anfield fue un vendaval ofensivo los 90 minutos de encuentro, que tuvieron un dominador absoluto. La afición, que volvió al estadio después de 270 días, disfrutaron de una exhibición de goles y fútbol en su casa.
A los 24', Salah aprovechó un regalo de la defensa visitante para abrir la lata y colocar el 1-0 en el marcador, tanto que descolocó los planes del técnico luso, que, ante la ausencia de Raúl Jiménez de larga duración, sacó en punta a Daniel Podence acompañado de Adama Traoré y Pedro Neto en los costados.
Cuando el encuentro se iba al descanso con el 1-0, llegó la jugada polémica del encuentro, que pudo haber sido un punto de inflexión para los Wolves. Mané, al intentar despejar un balón en su propia área, golpeó al central Coady y el árbitro pitó penalti nada más ver la acción. Sin embargo, el VAR salió en ayuda de Klopp y avisó al colegiado de que revisara la pena máxima. Una vez vista, observó que el defensa exageró y rectificó su decisión.
A la vuelta de los vestuarios, los 'reds' mantuvieron su dominio sobre el encuentro hasta que en el 59', tras un contraataque letal, Henderson le dio un pase a Wijnaldum, que la puso en la escuadra de la portería rival en un disparo sin opciones para Rui Patricio.
Para culminar la goleada, Salah le puso un centro excepcional a Matip para que el defensa anotase el 3-0, precedente de la pifia de Semedo, que intentó cortar un contragolpe rival a ras de suelo, pero que acabó metiendo el balón en su portería y puso el 4-0 definitivo.
El Liverpool se gustó en el reencuentro con su gente y volvió a demostrar que es uno de los conjuntos más en forma de Europa.