Odegaard llamó la atención de los grandes clubes desde muy joven. Asiduo a los partidos de su padre, Hans Erik Odegaard, vio el fútbol desde cerca cuando apenas levantaba un palmo del suelo.
Fue ahí donde comenzó a fraguarse uno de los mejores jugadores de la Liga Santander, en los campos de la fría Drammen, a solo 36 kilómetros de la gran urbe de Noruega, Oslo.
"Mi padre siempre ha sido muy importante para mí. Era mi entrenador desde los cinco hasta los 13 años y luego entrenábamos mucho juntos en el campo de mi pueblo", aseguró Odegaard en una entrevista con 'Noticias de Gipuzkoa'.
Desde pequeño llamó la atención gracias a su desparpajo. El 'Maradona noruego', como le llamaban entonces, empezó a destacar en las filas del Stromsgodset, cuando debutó en el primer equipo con solo 15 años.
"Todo pasó muy rápido", aseguró. "Mis compañeros de colegio alucinaban un poco", añadió un jugador llamado a marcar una época en Noruega. Fue entonces cuando recibió la llamada de los grandes y, entre ellos, el Real Madrid.
¿Presión?
En una sociedad en la que se idolatra al que sobresale y en el poco se velan los intereses de los más vulnerables, Odegaard demostró tener cordura y buen hacer para sobrellevar la presión.
"El fútbol es así y si no quieres competir, no está hecho para ti", explicó un Odegaard que aseguró no tener presión: "Realmente nunca lo sentí, pero estoy seguro que pensarían un poco eso".
"Como había muchos clubes que me querían y fui al Madrid, se generaron expectativas de que jugaría inmediatamente. Yo sabía que no era el caso, que tenía que mejorar y tomarme algo de tiempo", añadió un Odegaard con los pies en el suelo.
Tres años de cesión en Holanda, entre el Heerenveen y el Vitesse, precedieron al último en la Real Sociedad. Es en el conjunto 'txuri-urdin' donde ha demostrado que, a sus apenas 21 años, está preparado para dar el salto a la élite.
Este sábado se encontrará frente a frente con el que es el mejor jugador del mundo, un Leo Messi que con sus seis Balones de Oro volvió a demostrar que está al más alto nivel, ahí donde quiere llegar Odegaard.