El Milan tardó media hora en ponerse por delante, pero la alegría no le duró demasiado. Biglia hizo, posiblemente, uno de los goles de la jornada y de la temporada.
El centrocampista colocó el balón y lo mimó antes de lo que fue un golpeo perfecto. Sorrentino no pudo hacer nada y se arrodilló para ver cómo entraba el cuero por la escuadra derecha.
El balón entró como una bala y con una rosca perfecta, aunque el Chievo acabó empatando a los diez minutos gracias a la diana de Hatemaj.