Fue tan salvaje, que heló la sangre de los presentes. Fue tan aparatoso, que el propio agresor se quedó de piedra. Fue tan clara que nadie pidió ni protestó la roja directa que el futbolista senegalés Papy Djilobodji vio por esta acción.
Corría el minuto 59' del Guingamp-Reims cuando corrían por la banda peleando por un balón los protagonistas de esta lamentable escena. Por un lado, Djilobodji; por el otro, Chavarría.
El zaguero senegalés fue a despejar el balón de una forma muy temeraria, levantando muchísimo el pie. Porque lo último que esperaba es que su rival fuese a intentar adelantárselo con un toque de cabeza.
26 de enero de 2019
El resultado, el que estamos viendo. Djilobodji despejó literalmente la cabeza de su contrario, propinándole una brutal patada tan dolorosa como involuntaria en el rostro.
26 de enero de 2019
La cara de Djilobodji, viendo el destrozo que le había hecho a un Chavarría que no paraba de sangrar mientras se retorcía de dolor en el suelo, lo dijo todo. Ni protestó la roja directa que el colegiado le mostró.
26 de enero de 2019
Sabía que se había equivocado, pero, más importante, sabía que le había hecho muchísimo daño a un compañero de profesión por calcular mal, por temerario. Y eso le dolió a él casi tanto como al pobre Chavarría.
26 de enero de 2019