Arrancaron los hispalenses con ímpetu, tratando de explotar las dudas de los 'celestes', que llegaban al Sánchez Pizjuán en plena búsqueda de identidad, sumidos en una depresión que sumó su quinto partido.
Sin vocación ofensiva aparente, Antonio Mohamed apostó por reforzar la defensiva, saltando a Nervión con las líneas muy juntas para tratar de anular el ímpetu de un Sevilla henchido de confianza.
Merced al paso de los minutos y la impotencia, los de Pablo Machín fueron perdiendo fueye y protagonismo, invitando al Celta de Vigo a salir de la cueva para algo más que para contragolpear.
Probó Sisto a Vaclík sin fortuna, pero sí armó de argumentos a los gallegos para buscar la portería del Sevilla sin complejos, aprovechando las lagunas de los hispalenses en las transiciones defensivas.
Encomendado a las galopadas de Jesús Navas, el Sevilla encontró petróleo en un centro del capitán a Sarabia, que cabeceó al fondo de las mallas y puso el 1-0 al filo del descanso.
Exigido por el guion, el Celta dio un paso al frente en la reanudación y se lanzó valentía hacia la portería de Vaclík hasta que Araujo cometió la imprudencia de la jornada.
El central fue expulsado por doble tarjeta amarilla en dos acciones casi consecutivas. Primero se enganchó con Carriço en un córner y luego le dejó una patada innecesaria a André Silva.
Minutos después, Ben Yedder puso el 2-0, consulta del VAR mediante, y envió a la lona a un Celta que se quedó sin capacidad de reacción, dando una imagen de preocupante abatimiento.
Aunque Boufal metió el miedo en el cuerpo a los andaluces en los últimos compases del encuentro, el Sevilla sumó los tres puntos y asaltó el liderato de Primera División, a la espera de lo que haga el Barcelona en Mestalla.